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fe, sino el Dios-Trinidad, el cual la lanza fuera de sí misma. 12 De ahí que propiamente hablando se pueda decir que la iglesia no tiene una misión, sino que la misión tiene a la iglesia, y, por consiguiente "no hay que entender la misión a partir de la Iglesia, sino más bien la Iglesia a partir de la misión". 1 3 El primer misionero es el propio Dios-Trinidad. Este Dios que en su ser es comunión desborda los límites intratrinitarios y quiere que todos los seres humanos participen de la comunión y vida divina, y la vivan entre sí en este mundo en todos los ámbitos de la existencia. Así el Vaticano II afirma la razón fundamental de la naturaleza misionera de la iglesia 14 al decir que esta "toma su origen de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el propósito de Dios Padre" (AG 2). Una iglesia que en su acción evangelizadora no sea creadora de comunión, participación, solidaridad, etc., es decir, que no potencie y construya los valores del Dios-Trinidad no está cumpliendo su tarea, pues el Dios-Trinidad quiere ser reconocido y confesado en las prácticas humanas. Dentro del proyecto de Dios Padre de salvar a todos los hombres, Cristo ejerce su señorío por medio de su Espíritu que penetra todo el universo e impulsa hacia la plenitud, pero que actúa en forma particular en la comunidad visible de los creyentes, que es por eso, en el Señor -luz de las gentes- sacramento, es decir, signo e instrumento de la salvación de los hombres y del universo todo. Si la responsabilidad misionera de la iglesia incumbe a todos los miembros de la misma, es decir, a todo el Pueblo de Dios (AG 36) es debido a que la comunidad 12 Cf. H. de LUBAC, Liminar, en G. BARAUNA (dir.), A Igreja do Vaticano II, Vozes, Petrópolis 1965, 29. · 13 J. MOL1MANN, La Iglesia.fuerza del Espíritu, Sígueme, Salamanca 1978, 26. 14 Este mismo énfasis en la misión de la igle.sia aparece en Medellín, pero hay un acento nuevo: la situación de miseria, opresión de A. L. aparece como un elemento detenninante en la comprensión de la misión de la iglesia. Podriamos decir que en Medellín más que llevarse a cabo una aplicación del Vaticano II a A. L. Jo que aconteció fue ver el Concilio a partir de la realidad latinoamericana. Esto fue asumido de un modo más mareante en Puebla. 28

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