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de una indigenización de. la fe a. todos los niveles .. Solo así la comuni– .dad eclesial se con:vertirá en una comunidad eclesi~l amerindígena, es decir, solo de esta manern el edifü;:io q~e s~ ha. intentado levantar .to~ará un rostro indígena, y por eÚo es reconocido como bohío i.ndí- géna y no común edificio ajeño a s.u cultura.~ . . .. ... Comunidad eclesial donde los indígenas han de ser los sujetos de la misma, pues es el único modo de que ella. se torne verdaderamente indígena. Así toda pastoral indigenista ha de dar paso a una pastoral indígena. Al misionero le cabe la tarea de Juan Bautista, disminuir para que el indígena crezca. Tarea ardua y desafiante, tanto para el indígena que ha de inculturar su fe de modo creativo, como para el misionero que ha de solidarizarse con el indígena y acompañar su ritmo, practi– cando así la paciencia histórica. Si la causa indígena es la causa principal por la cual el misionero entrega su vida, no es sin embargo la única, ni se trata de una causa aislada, ni de una causa sin porvenir. La causa del indígena es la causa por la dignidad de los pueblos, de las personas, y por el respeto a las culturas. En última instancia no es otra causa sino la causa del Reino de Dios. Así, cuando nos comprometemos en esta lucha en pro del indígena nos estamos comprometiendo igualmente en la cual en favor de todos los emprobrecidos, dominados y marginados de este mundo, bajo cualquier aspecto que sea. Esto fue lo que hizo Jesús. Se trata, por tanto, de defender cualquier signo de vida allí donde se encuentre, y de llevar la vida en abundancia allí donde esté ausente o esté siendo recortada. La causa indígena traerá así vida y liberación para todos los oprimidos y marginados de este mundo, evidentemente no actuando aisladamente sino junto a estos. Para concluir, volvamos a nuestra pieza clave, a la viga de la cumbre que cierra el bohío, es decir, a la evangelización inculturada y liberadora. Solo cuando la evangelización asume la cultura del amerin– dígena de modo que el evangelio se convierte en el principio normati– vo, inspirador y re-creador; y cuando esa misma evangelización se solidariza con el indígena por la defensa de sus tierras, de su cultura, de su autodeterminación, es decir, por la lucha de su vida, es cuando será al mismo tiempo inculturada y liberadora. Y más aún, no puede ser de 143

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