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descubriendo todo aquello que no se articula con los valores del Reino. 18 Israel fue preparado por Dios durante mucho tiempo en orden a la revelación plena y definitiva dada en Jesucristo. Así, el antiguo testamento el pueblo judío fue una preparación para el evangelio, para la buena noticia de Jesucristo que estaba por venir. Los indígenas perciben que su historia pasada también ha sido su antiguo testamento, su preparación e,.,angélica (LG 16), a través de la cual se les ha ido manifestando y haciendo presente Dios, el cual los ha ido conduciendo con su pedagogía divina hacia la plenitud de la revelación dada en Jesucristo, que es el centro del plan salvífica de Dios, y que ellos han acogido. Si en ese caminar hacia Jesucristo el pueblo de Israel vivió su propio antiguo testamento, también los pueblos indígenas han de poder vivir el suyo. Ayudarlos y estimularlos a vivir su propio antiguo testamento que se encamina hacia Jesucristo, lejos de ser algo ajeno a la evangelización forma parte constitutiva de la misma. 19 Los pueblos indígenas han recogido su antiguo testamento · fundamentalmente en sus narraciones, en sus mitos. Si para muchos no indígenas el mito es sinónimo de cosa que no sirve, de algo pagano, de una narración cargada de fantasía, para los indígenas -sin embargo- es el eje de la comunidad que explica todas las cosas del espacio y tiempo en que viven, y que da razón del porqué son lo que son y viven como viven. 20 Viene a ser la memoria colectiva, el vínculo de identificación, 18 "Nosotros no tenemos el derecho de, en nombre de nuestra cultura, exigir que ellos cambien su cultura. Es solo ellos mismos, descubriéndose como hijos de Dios, amados por El, como van a descubrir dentro de su propia realidad, la relatividad y los límites de las cosas que ellos hoy, tal vez, admitan como absolutas y ciertas": C. MESTERS, Considerar;óes sobre a catequese dos povos indígenas, en C. MESTERS -P. SUESS, Utopi.a caliva. Catequese Indigenista e Libertar;áo Indígena, Vozes, Petrópolis 1986, 39. 19 "Cada pueblo deberá poder ser Pueblo de Dios sin necesidad de pasar por la mediación de aquel pueblo que, primordialmente, reconoció ser amado de Dios y, por eso, constituido como Pueblo de Dios, el pueblo judeocristiano": L. BOFF, Exigencias teológicas e Eclesiológicas para uma Nova Evnaglizar;áo, en REB 41 (1987) 128. · 20 Cf. M. ELIAD, Mito y realidad, Guadarrrama, Madrid 1973, 23. 115

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