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la religión. 13 De ahí que sea el camino de la praxis (la lucha por la vida, por la dignidad de la persona, por el respeto a la cultura, etc.) la vía más acertada para realizar ese encuentro del cristianismo con las otras religiones. 14 Desde una misma praxis es como se podrá establecer un intercambio de experiencias y un diálogo doctrinal; -a un fin bueno como es la salvación, la liberación integral, el Reino, ha de corresponder unos medios adecuados y en sintonía con los medios utilizados por Jesús cuando anunció el Reino; 15 -esa buena nueva, ese Reino, tiene un carácter utópico, escato– lógico, es decir, busca ser realizado ya en la historia humana, pero nunca va a ser alcanzado en su plenitud aquí; -no se puede identificar el Reino de Dios con la iglesia. Esta es sacramento del Reino, es ya Reino, pero no es todo el Reino. En la medida que la iglesia libera del pecado y de sus consecuencias está siendo signo del Reino; -la iglesia ha de preocuparse, no tanto de sus instituciones, cuanto de que el evangelio sea acogido por el indígena en un clima de diálogo y libertad, y lo enraíce en su cultura, pues toda auténtica fe solo puede existir inculturada; -el carácter universal del anuncio evangélico no viene a eliminar las culturas diversas (NA 2; AG), sino a traerles una buena nueva de comunión de vida entre los hombres y con el Dios de Jesucristo, poten– ciando sus capacidades profundas desveladas e indicando sus sombras; 13 Cf. C. BOFF, Teología e Prática. Teología do Político e suas mediat¡oes, Vozes, Petrópolis 1982, 218. 14 Será desde la ortoprax.is desde donde se podrá entablar un auténtico diálogo sobre la ortodoxia. Son muchos autores los que siguen este criterio. Citamos a título de ejemplo: K. RAHNER, Estructuras emmudanga: tarefa e perspectivas para a fgreja, Vozes, Petrópolis 1976, 92-96; E. DUSSEL, Discernimento: qüestáo de ortodoxia ou ortopraxis?, en Concilium n 2 139 (1973) 47-60. 15 Cf. J. M. CAS11LLO, El discernimiento. Por una conciencia crítica, Sígueme, Salamanca 1984, 138. 111