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Me 15,34; etc.). Hay una obediencia y confianza total de Jesús para con su Padre Dios. Confianza desde la cual Jesús descubre que Dios es el sumamente bueno. Esto aparece bien caracterizado en muchas de las parábolas como la del hijo pródigo (mejor denominada parábola del padre buneo), la del buen patrón, etc. De ese amor de Dios para con los hombres la consecuencia que se sigue es que los hombres se deben comportar entre sí como Dios se comporta con ellos. Dios es así para Jesús lo Mayor, de tal modo que frente a este Mayor todo lo demás queda relativizado, pasa a segundo plano. De ahí que las críticas de Jesús a la ley, al sábado, a los ricos y poderosos tengan como trasfondo a ese Dios Mayor, a ese Dios único. La relación de Jesús con su Padre fue de absoluta cercanía, pero no de posesión. El vivió su condición de creatura, estando referido para Dios, y dejando a Dios ser Dios. Procurar descubrir cómo mejor responder a la voluntad de Dios y ejecutarla creativamente siempre en una actitud de disponibilidad; en esto consiste la obediencia. Los evangelios nos muestran la disponibilidad y obediencia de Jesús, y la planificación de este por ser obediente. Jesús, como ser humano, tuvo que ir descubriendo lo que Dios quería de él. Así, Jesús también fue convirtiéndose, no al nivel ético (como conversión del pecado a la voluntad de Dios), sino al nivel teologal (descubrir lo que Dios quería de él). Un ejemplo de esto puede verse en la propuesta del pueblo judío al querer convertirlo en un mesías político; en su diferente comprensión del carácter escatológico del Reino; etc. Si esa actitud de plena confianza en el Padre no es otra cosa que fe, se puede decir ciertamente que, "Jesús fue un extraordinario creyente y tuvo fe. La fe fue el modo de existir de Jesús". 1 º En ese diálogo confiante y de fe en Dios descubrió Jesús que Dios es gratuito, que es amor, que es su Padre. Es alguien que se conmueve, que se compadece, y que toma partido por los pobres. Es, así, un Dios de los 10 L. BOGO, o.e., 126. 108