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insertarse en cada cultura para "descubrir en ella la presencia oculta del Señor, cuya energía salvadora ya está haciendo de su historia una Historia de Salvación" (1971 /quitos, 45). El documento de Asunción lo inician los misioneros afirmando que reconocen "el mandato primordial de Cristo (Mt 28, 18) de, en su nombre, ir a predicar el Evangelio a toda criatura" (1972 Asunción, 53). Tarea de la iglesia será primeramente "descubrir la presencia de Dios Salvador en todo pueblo y cultura, como lugar donde se encama el Evangelio de Cristo, evangelio que es, también juicio de todo aquello que deshumaniza y destruye al hombre" (1972, Asunción, 53). La obra de Cristo ha de permitir el acceso de los hombres a su plenitud, es decir, todo anuncio de Cristo ha de ser buena noticia que conduce a los hombres a su plenitud de vida, siendo los dominados, pobres y marginados los privilegiados de ese anuncio. Por eso forma también parte de la misión de la iglesia "proclamar con confianza en el Espíritu Santo el Evangelio de Cristo, que es esencia para liberación plena del indígena" (1972 Asunción, 54). Sobre la cuestión que estamos aquí tratando el encuentro de Goiania solo hace una mención en su parte introductoria: "La Iglesia Misionera (... ) consciente de su responsabilidad en relación a estos pueblos (indígenas), en cuanto a su misión de anunciar el Evangelio, se compromete a (... )" (1975 Goiania, 65). Esta breve alusión servirá de fondo para todo ello que dirá después. En el encuentro panamazónico se indica que el Dios de la historia está "presente y actuante en el corazón de todos los pueblos" (1977 Manaus, 79). Al mismo tiempo la iglesia -que tiene como centro de referencia el evangelio -debe hacer "opción por las minorías étnicas como centro de predilección del Reino de Dios" (1977 Manaus, 80). Si la iglesia es evangelizadora lo es en relación a su sentido originario: "La proclamación o anuncio del Señorío de Cristo a todos los hombres y todos los pueblos para que ellos vuelvan a él, en– tregándose al servicio de Dios con su libertad e inteligencia (Concilios 99