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NOTICIAS DOCUMENTALES SOBRE BÁRBARA BI..ÓMBERG 77 En toda su correspondencia --que ciertamente no fue muy extensa~ y de la de su hijo Don Juan de Austria, y demás personas relacionadas con ·- Doña _Bárbara Blómberg, como el Rey .Felipe II, el Duque de Alba y los secretarios Zayas y Albornoz, . no hemos podido rastrear cosa alguna que nos ofreciese la pista para lograr «superponer» una sola enfermedad concreta a las señaladas en este estudio radio– gráfico. Pero juzgamos de interés una frase de Madama Blómberg del documento inédito, que a continuación estudiamos más detenidamente, encontrado en la Biblioteca de Menéndez Pelayo de Santander. En uno de los descargos que hace a favor de su criado Juan de Mazateve por los gastos reali– zados durante su estancia en Colindres, desde el año 1581 a febrero de 1584, dice textualmente: «Mas se os recibe en cuenta de cosas que vos, mis criados y criadas por mi orden y mandado y por la vuestra gastaron no obstante tenía yo la cuenta por menudo y por mis ocupaciones y enfermedades no poder yo dar el dinero y para ello dos cientos y siete mil y seis cientos y siete maravedises...» (5). Bien pudieran ser estas «enfermedades» -no una, sino varias- y acrecentadas a todo lo largo de otros catorce años más por lo menos que aún debió .vivir en Ambro– sero, los achaques de la persona cuyo esqueleto Se estudia en este certificado médico, fácilmente imaginables en una mujer ya anciana, con alguna de sus vértebras soldadas -la espondilartrosis de que habla eLDr. Sierra Cano--- frecuen– tes dolores de cabeza, imposibilitada para mover cuello y brazos, como asimismo reumática empedernida, y, por su escaso desarrollo del cóndilo femoral, ya ert . sus · últimos años, un tanto inclinada y de oscilante paso al caminar. En cuanto a la objeción que ensinúa el Dr. Sierra Cano de lo que esto último podría haber supuesto contra su es– beltez, creemos no iría tanto contra su tradicional hermosu– ra y atractivo, ya que aquel defecto en ·su juventud, por los días en que se prendó de ella el Augusto Emperador Y con el atuendo de vestir que entonces se usaba, en nada parecido a los brevísimos vestidos femeninos de nuestros días, resul- ,_,

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