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NOTICIAS DOCUMENTAUES SOBRE BÁRBARA BLÓMBERG 29 po que este mi ·testamento se abriere, que lo honre y mande honrar, y que le tenga el respeto que con° viene y que lo haga guardar, cumplir y executar lo que en esta cédula es contenido. La qual firmé de mi nombre y mano, y va cerrada y sellada con ·mi sello pequeño y secreto, y se ha de guardar y poner. en efecto, como cláusula del dicho mi testamento. Hecha en Bruselas, a seys días del mes de junio de 1554» {14). Probamos con tan largo testimonio que Carlos V, aunque lo oculta por largo tiempo, no deja de reconocer a este hijo que tanto honraría su nombre y memoria, y esto es lo que principalmente nos interesa. Pero a la verdad que también nos parece extraño la razón de ocultar su paternidad, má– xime llegando a tenerle tan cerca de sí y en circunstancias en que; como se ha visto, fue preparando el mismo Car– los V. Dice a este respecto el Duque de Maura (15), a quien se– guimos casi literalmente, que la clave de esa extraña con– ducta la da un párrafo de las instrucciones fechadas en Palamós. Quiere entonces el Emperador poner sobreaviso a su hijo Felipe II contra la incontinencia conyugal, no obs– tante ordenarle contraer matrimonio precoz, -juzgamos que precisamente por esto- y le escribe procurando des– pertar en su ánimo la ternura filial: «No tengo otro hijo sino vos». A renglón seguido, no para reforzar el argumento, sino ex abundantia cordis, añade: «Ni quiero haber otro». Carlos V está viudo y acaba de cumplir cuarenta y tres años y puede verse obligado por razones imperiales a con– traer segundas nupcias... lo que parece hacer a esta últi– ma afirmación un tanto aventurada. Pero a -los cuatro años de escrita en Palamós esta profesión de fe vehementemente dinástica, llega el hijo varón, que «no quería tener», aunque por vía extraconyugal. «Debieron de contraponerse -termina diciendo el Duque de Maura- durante años, en la concien– cia de Carlos V los escrúpulos de padre y los deberes de monarca, plasmando por fin la transacción dirimente de ese conflicto en el texto de la cédula de Bruselas». Sabemos cómo cumple Felipe II escrupulosamente esta

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