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CARTA CLXXIV, 11 AGOSTO 1920 93 3.-Creo que se ha cumplido la volímtad de Dios, que me fué manifes– tada, si mal no recuerdo, en la primavera del año 1918. Una tarde, mientras hacía oración, se me presentó 1a Santísima Virgen en el misterio de la Visi– tación y tuve inteligencia ·de las pálabras que le dirigió Santa Isabel: Beata es, quae credidisti (5), etc. Entendí que el misterio de la Encarnación, con ser el mayor y el más interesante, no se hubiera realizado si la Santísima Virgen no hubiera contribuido con su fe; y que si yo no le imitaba en esta virtud, tampoco se cumplirán los designios de Dios en mi vocación; qlle es inútil que Nuestro Señor me prodigue sus gracias, rompa sus arcas para en– riquecerme con sus tesoros, mientras yo no me abisme en la fe divina y viva de sus misterios como la Santísima Virgen. Yo me vi a la orilla de un abismo infinito, cuya entrada era tenebrosa, pero despufa · o a través de la tiniebla vi claridades deslumbradoras. Un impulso soberano me arrastraba hacia di– cho abismo y me prometió tesoros infinitos, si entraba en él. El abismo re•• presentaba la fe divina. Anhelaba yo abismarme en él, pero no Io hice, por– que comprendí que abismarme en la fe y perder el dominio de mí misma y hasta la razón y el sentido humano de las cosas sería todo uno, y que necesi– taba apoyo o compañía, un Padre que penetrase conmigo en aquel mundo sobrenatural y me acompañe, entienda y se acomode a mi lenguaje, ·aspira– ciones, etc., etc. Le di cuenta al P. Alfonso de la secreta fuerza que me impulsaba a res– ponder a este llamamiento y el motivo de mi resistencia; pero el Padre no debió penetrar el secreto. Me animó, sí, para que me abismase en la fe divi– na, pero no se preparó para acompañarme, y me quedé en la orilla donde estaba, y permanec.í allí todo el tiempo que me dirigí con él sin conseguir iniciarle en el secreto, a pesar de mis esfuerzos para explicarme. Complemento de este llamamiento fué el que he citado repetidas veces del 18 ó 19 de noviembre del citado año, cuando me manifestó N_uestro Señor su voluntad acerca de la elevación, mejor dicho, identificación de mis rela– ciones mediatas y las directas, de Dios y del Director. Todo, Padre mío, todo se ha cumplido ya; yo me encuentro metida de Heno en la fe divina, sin dominio ni formas propias, perdida toda en la dirección, criterio y voluntad de mi Padre, sin más vida, pensamiento ni amor que el que me comunica. Mi alma, mi vida, mi amor, todo, todo está en mi Padre, y Io es él con mi Dios Uno y Trino quien se revela a mi alma a través de su vida y acción santificadora y por su medio se me comunica. (5) Luc. I, 45.

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