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.CARTA CLXXIV; 11 AGOS'rO 1920 91 que mi Dios se ha dignado concederme, estableciéndome nuevamente en la casa paterna para in saecula saeculorum, y esconderme cada vez más en el seno de mi Padre para que nadie, nadie, absolutamente nadie perturbe mi felicidad ni comprometa el fruto que su acción divinizadora debe producir en mi alma? Sí, sí; estimo infinito el bien que poseo y para asegurarlo y que la dirección obre en mí todo lo que Dios quiere y mi Padre espera, de mil amores vuelvo la espalda a todas las criaturas de la tierra y del infier– no; y, si lo que no es posible, hubiese al.guna en el cielo cuya influencia. en– torpeciese la ácción vivificadora de mi Padre, también me despido de ella para siempre jamás, y me establezco en el pensamiento, en el corazón, alma y vida de mi Padre y en él reconcentro todas mis energías, todos los talen– tos que he recibido de mi Hacedor divino para que los utilice_ en su servi– cio, mi alma toda entera según está para que me devuelva los grados de amor y vida divina que perdí en su larga ausencia (que son innumerables), llene los vacíos que mi vida e~tacionaria produjo en la capacidad casi in– mensa de mi alma y me resarza de los males habidos y de los bienes perdí: dos, y a .mi Dios Uno y Trino del detrimento causado a su gloria con la ruina y destrozos de su templo. Hasta mis pecados he metido en su concien; cia para que los someta a la santa absolución las veces que se acerca, al san-. to tribunal de la penitencia, y con la autoridad que Dios le ha dado los des– truya enteramente y haga que aun éstos contribuyan a la gloria de· Dios. ¡Posee tantos medios para acabar con mis pecados! ¡Tiene tanta fuerza su palabra escrita o verbal para destruir lo que hay en mi alma conJrario a la santidad divina y sustraerme a la perniciosa influencia del mundo y de_l in– fierno y del yo pecador! Creo que me basta conocer que una cosa le disgusta y desaprueba para huir de ella, y si no puedo o reincido, triturarme el co– razón. Mi alma se derrite y aniquila, pierde las formas propias y se reduce a una pura potencialidad obediencial y estado completamente pasivo a cual– quiera imposición de V. R. No se derriban con más presteza los santos Ani– males ante el trono de Dios que mi alma en la presencia y a los pies de su Padre, cqya autoridad se me impone como plenitud de derechos, como fuer– za divina, omnipotente y amorosa, que todo lo avasalla y crea en la liber– tad humana la perfecta resignación propia de los bienaventurados. 2.~Varias veces la dirección se ha impuesto a mi alma identificada con la caridad divina, repitiendo las siguientes palabras de la Sagrada Escritu– ra: Quia fortis est ut mors dilectio, dura sicut infernus aemU,latio; lampades

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