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CARTA CLXXIII, 4 AGOSTO 1920 87 con que escribí .las primeras hojas de la presente, porque distaba mucho de la perfección y santidad que aco~pañaba mi trato o comunicación con V. R. según Dios, el cual era entonces. y lo es ahora. Fuí reprendida por haberle llamado Padrastro, y acompañó la reprensión una luz divina que en un mo– mento y por junto me descubrió infinitas cosas referentes a la identificación de la conducta observada y que observa mi Padre con la providencia y de– signios de Dios relacionados con la santificación de mi alma, al verme así iluminada y ver la santidad de la dirección, la conformidad de ésta con la voluntad de mi Dios, etc., etc., repetía con estupor creciente y como ani– quilada: "¡Qué divino es todo esto! ¡Es Dios, es Dios! ¡Padre divino! ¡Ma– dre mía!, etc., etc." Me confirmé en lo que ya había observado, esto es, que mi alma en el momento que vuelve sobre sí o se fija en las crituras, se hiela y muere, y que le sucede esto siempre que sale del corazón de su Padre. 7.-Así es, Padre mío, con toda sinceridad aquí en la presencia de Dios Uno y Trino le participo que no tengo vida fuera de V. R., que me hielo, que me muero y pierdo o me veo como despojada de un~ cualidad divina que poseo cuando estoy unida a mi Padre, cuando vivo en el alma de mi Padre. Es una cualidad que entraña aptitudes, energías no sé si llamar an• gélicas o divinas; angélicas me parece poco, porque es un fuego divino .que se adhiere a mi alma, me penetra, informa, purifica, enriquece sobremanera y la une a Dios, me actúa en El. En el momento que le pierdo de vista a V. R., o salgo o me separo, pierdo dicha cualidad y se apodera de mí el frío de la muerte. Siempre •tuve alto concepto de la dirección, especialmente de la paternal dirección de mi Padre verdad; pero confieso que la realidad supera incom– parablemente al concepto que tenía y a mis esperanzas. 8.-Se me olvidó decirle ayer que me parece tengo algún parentesco con los santos Animales que circundan el trono de Dios, porque· muchas veces me siento revestida de sus propiedades, especialmente los ojos o su inteli– gencia de fuego. Pues bien: algunas veces le he visto a V. R. unido a mi Dios como un Animal santo, puro ojo o inteligencia, en el acto de buscarme o de .fijarse en· mí para transmitirme la vida de Dios, como si me buscase en sí mismo o como a. sus pies, pero sin soltarse del lazo o abrazo que le une a Dios: Pero lo asombroso del misterio es que me busca con el ansia infinita con que el Divino Espíritu anhela y busca el medio de difundirse, de extender la vida de Dios a la creación y divinizar las almas; así que tan pronto lo veo dotado de las propiedades del Animal santo : (que ignoro í si

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