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CARTA CLXXIII, 4 AGOSTO 1920 83 escribirle, pues de todos modos tendré que tratarlo con el nuevo Prelado. 3.-Es verdad, Padre mío, que su carta epistolar es de capital interé$ para mi alma y que será ~ina riquísima, si la entiendo o interpreto fiielmen– tc y me asimilo su doctrina. No me aprovecha menos su carta del 1 de los corrientes (9). Las dos, en lo que tienen de mortificante para el yo humano, me recuerdan la visión e imposición instantánea de la cólera divina envuelta en negro manto, del 26 de junio. Aquello fué la preparación; aprendí que mi Dios Uno y Trino, que se mostraba afabilísimo y entronizado en mi alma, tenía muchas cosas contra mí allá en las profundidades de su divino Ser, y deseando yo batirme con su justicia divina, escondióse ésta. Lo mis– mo hace mi Padre, dice una palabra y se .calla miles y millones, porque teme que no podré sufrir toda la .verdad y quiere imponérmela poco a poco. Transcribo una frase de su apreciable del l para que me entienda lo que quiero decirle: "¿,Qué eres tú? Nada, nada, nada. Y si San Pablo dice que 11.fulieres in ecclesia taceant (10), ¿ cuánto más tú, que eres la que yo bien me sé, nada, menos que nada?" j Cuántos crímenes se ha callado en este solo párrafo! Pues adivine lo que responderé a la pregunta y el escozor que producirá en mi alma la noticia de lo que queda en su pensamiento y en su corazón, porque no me encuentra suficientemente fortalecida o dispuesta para contemplar el horroroso cuadro que presenta mi conciencia y sufrir el peso abrumador del desorden de mi vida. Lo mismo más adelante, cuando repite: "j Qué descenso!, j qué descenso!" A lo que añado: "j Qué degradación, re– lajación, alejamiento ele la perfección, de mi Dios! Y... ¿habrá remedio? ¿Tendré tiempo para resarcir el detrimento causado a la gloria de Dios, las pérdidas habidas, almas que se han perdido por mi culpa, etc., etc.? ¿Lo querrá mi' Dios? ¿No se referirá a mí en su carta del 18 de julio, cuando exclama: "¡Dios mío, Dios mío, cuán inescrutables son tus juicios! ¡Oh pa– voroso enigma el de la predestinación a la gracia, a la santidad y a la gloria... ?" Hábleme claro, Padre mío, y dígame todo, todo lo que tiene contra mí; quiero sufrir la verdad absolutamente, no a medias, y cuanto antes mejor. No tenga miramientos, me siento con fuerzas para sufrir la humillación y castigos que merece mi perversidad agravada por la soberbia, que es como mi segunda naturaleza. Tengo, además, en contra que entiendo las cosas a (9) La carta epistolar a que se refiere es la del 14, de julio, de que antes hicimos mención. (10) I Cor. XIV, 34.

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