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74 CORRESPONDENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO fuerzas para padecer las dolorosas imposiciones, que es necesario para com– pletar mi aniquilamiento. 5.-Mientras pedía esto anoche, entendí que el no haberme aplicado el hierro desde un principio, es porque no tenía fuerzas para sufrirlo, que fué necesario que V. R. me fortaleciera antes, y que se repite, mejor dicho, se cumple el misterio que encierra la resurrección del hijo de la Sunamitis (3), esto es: que así como fué necesario que el Profeta Elíseo fuese en persona a resucitar al niño y le diese vida ajustándose a él, así también ha tenido V. R. que acomodarse a mi pequeñez y debilidad para vivificar mi alma muerta. Recuerde o lea este pasaje de la sagrada Escritura, y Nuestro Se– ñor le manifestará el significado tal vez mejor que a servidora. Digo esto por la insistencia con que se me ha repetido que se cumple la muerte y re– surrección del niño en sentido elevadísimo. A las manifestaciones y operaciones indicadas siguiéronse otras, cada una más divina, que no es posible explicar, pero de resurrección y vida. 6.-Por temor de agravar mi salud, me acosté de una y media a dos, y continuó la acción de Dios hasta que me dormí, o dormité, pues más que sueño fué vigilia. El modo de presencia que tengo es que en el fondo del alma o en el in– terior de V. R. me actúo en Dios y se me comunican las divinas Personas dentro de su misma alma, en cuanto le penetran, o sea que Dios, respecto de mí o para comunicárseme, se muestra como fuera de mí, pero dentro de mi Padre, como si le penetrara; y que así es. Se impone a mi alma en el misterio de su Unidad y Trinidad, simplicísimo; pero en su divina y miste– riosa simplicidad descubre mi alma abismos profundos o profundidades di– vinísimas, que a veces parecen espacios de luz u horizontes divinos extendi– dos inmensamente, como si en el interior de V. R. existieran caminos inter– minables, que conducen a regiones desconocidas, todas llenas de Dios, me– jor dicho, son el mismo Dios. Así, pues, sin necesidad de romper ni aflojar el lazo sagrado, divino, que me une a mi Padre, al contrario, adherida a su alma, con intimidad y perfección creciente, percibo las comunicaciones de Dios, de cada una de las divinas Personas y llamo a las mismas para que se derramen en V. R. Pienso que V. R. hallará a Dios fuera, porque no me explico de otro modo las místicas ascensiones en el seno de Dios, arrastran– do a su hijita. Yo sí tengo donde expansionarme, y puedo ascender sin ne• (3) éfr. IV Reg. IV, 32-37.

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