BCCCAP00000000000000000000899

72 CORRESPONDENCIA DE LA M, ANGELES CON EL P. MARIA.NO neeesitase, siendo la causa el amor intenso, divino, casi infinito, que abrasa su corazón hacia ella, y la ternura y compasión que le merece su desgracia y el peligro en que se encuentra. La visión que se. imponía a mi alma, la noticia de un amor y celo fuerte como la muerte, duro corno el infierno, y de las infinitas ternuras de corazón, amarguísimas penas y humillaciones que le he costado, arrancó a mi corazón esta exclamación, entre otras: ¡Mejor que yo se ha portado!, ¡qué mala hija he sido! ¡Perdón, Padre mío, per– dón, que ya me enmendaré y resarciré sus agravios! La resignación con que sufrí la privación de su santa, paternal, mater– nal y divinizadora dirección, me parecía un pecado, y mucho más el no ha– berle procurado el último año cuando Nuestro Señor me aseguraba que lo conseguiría, y el no haber regulado mi conducta por su doctrina y enseñan– zas durante mi triste y peligrosa soledad. Parecióme que me había portado con mi Padre como se portan con Dios los insensatos que desatienden su vocación y corren hacia -la perdición; esto es: así como Dios, que conoce el infinito valor de los tesoros que quiere comunicar a las almas y siente hacia éstas un amor infinito, las requiere para que secunden sus designios y no aventuren la felicidad que reserva a las mismas, del propio modo V. R., conocedor del valor de los tesoros que Nuestro Señor me había comunicado por su medio y quería comunicarme, procuró por todos los medios colocar– me en mi centro; mas yo, como los insensatos pecadores que desconocen los bienes que pierden y los males que se reportan, despreciando la divina vocación, y viven tranquilos y hasta se ríen y divierten en medio de su des– gracia, me abracé con mi desventura y me resigné a padecer tantas priva– ciones divinas, penas de daño, etc., y la mayor degradación que puede darse en un alma tan favorecida, cual es la relajación en que he vivido, los mu– chos y gravísimos pecados que he cometido, manchar mi alma, embotar mis potencias y alejarme de mi Dios a distancias infinitas, o sea, no sólo per– manecer estacionaria en el camino de la santidad, sino retroceder a pasos agigantados hasta colocarme a nivel con las almas más ordinarias, que jamás. sintieron a Dios, y aún más bajo que éstas, mucho más. La conducta observada por V. R. proyectó luces en mi alma, iluminó los senos de mi conciencia para que conociera mejor, o me confirme en las evi– dencias que tengo de mi mal estado, que tenía razón mi Padre el 19 de ju– nio,. cuando me dijo que había sido un mal el haberme privado de su direc– ción, cuya frase me produjo mortal angustia por la inutilidad de las mu– chas y amargas tribulaciones que padecí en su ausencia, y por esto me pa-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz