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CARTA CLXXI, 29 JULIO 1920 67 mayor en la vida mortal, ni que más se acerque a la suma unidad de las divinas Personas de la Trinidad. Lo más ordinario es sentirme como re– clusa dentro de su alma, donde invoco a mi Dios y a mi Reina Soberana y espero sus divinas comunicaciones. Hace dos o tres días que, encerrada en el fondo de su alma mientras invoco y espero a mi Dios (que suele ser bre– vísimo momento) de un modo divino, divinísimo, inexplicable, percibo los sentimientos y aspiraciones de V. R. relacionados con mi santificación, en– vueltos en las siguientes palabras de la sagrada Escritura: Filioli mei, quos iterum parturio, donee formetur Christus in vobis (1), sustituyendo la pala– bra "hijita" por hijitos, y "en ti" por vosotros. No soy yo quien busca en la Escritura estas voces que explican su divina misión, ~ino que son trans– mitidas a mi alma ppr modo sobrenatural y acompañan la gracia que signi– fican. ,Mi respuesta consiste en adherirme cada vez más al Padre de mi alma, a su criterio, voluntad, sentimientos y aspiraciones que mi Dios le inspira para recibir la vida divina con la plenitud posible, deseando, en cuarrto es de· mi pari-e, no tener más vida, ni pensamiento, ni amor, que el que me comunica mi Padre; y para conseguirlo abstraerme todo lo que per– miten mis obligaciones del comercio humano, viviendo entre las religiosas como si estuviese dormida, o sólo en apariencia tratase con ellas; mucho más de las personas de foera, de quienes me doy por despedida. Asimismo pongo a los pies de V. R. todo lo que hay en mí contrario a Dios, para que lo con– culque y destruya con el poder que Nuestro Señor le ha dado, a fin de que nada, nada, haya en mí que no sea de Dios y regulado por el criterio y vo– luntad de mi Padre, que es ,la de Dios. Cuando por razón de mis ocupaciones me distraigo, en el momento que quedo libre me dirijo a V. R., y en el mismo momento hallo a mi Dios Uno y Trino, a quien adoro, me adhiero y pido la bendición; mejor dicho, le adoro y le pido la bendición mientras practico estos dos actos; se imponen las divinas Personas a mi alma con V. R., y no sé si recibo la bendición. Lo que percibo y experimento con más intensidad, después de los atributos di– vinos, que representan las divinas Personas, es el amor santo y santificador de mi Padre espiritual, la acción vivificadora de su paternal dirección y la fuerza o virtud soberanas avasalladoras que acompaña la autoridad que Dios le concede sobre mí, y su bendición y plegaria. 3.-Lamento muy de veras lo lerda que he sido para entender los re- (1) Gal. IV, 19.

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