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CARTA CLXVl!I, 24 JULIO 1920 53 explicarme mejor. Inmediatamente me vi rodeada y penetrada de la Divini– dad, pero quedándose Dios en sí mismo siempre sin dejar de penetrarme, o como independiente de la creación. La visión me recordó lo que oí una vez a V. R., que los bienaventurados experimentan algún movimiento en la visión beatífica en cuanto se distinguen de Dios en la naturaleza. Así lo vi yo, y que aunque me dirija a Dios y lo busque dentro de mí, debo como salir de mí y elevarme para traspasarme a su divino Ser, y aún para pene• trar más y avanzar en su seno por nuevas comunicaciones. Además, se im– pone la necesidad de esta salida por ser la dirección el depósito y canal de sus soberanas efusiones y la encargada de conducirme a las intimidades de su vida divina, lo cual veía cumplirse en mi alma desde el 18 de junio y ex– plica esta fuerte atracción y arrastre hacia los senos más profundos de la Divinidad que experimento y ejerce V. R. en mi alma. Desde entonces noto este moYimiento o traspaso a Dios, cuya inmensidad me penetra:, rodea y lo llena todo, por manera que el mundo es para mí el cielo, ·porque lo llena Dios, y no necesito surcar los aires ni penetrar las nubes para adherirme a El. Pues bien: anoche después de experimentar los efectos divinos de identi• ficación con la dirección, de arrastre y ascensiones a Dios, que explica su carta (5), vi reproducido el inefable misterio de la Santísima Trinidad en nuestras santas relaciones, y .que se cumplirá cada vez con más perfección. La esencia divina presentaba el aspecto de una luz divina, especie de mar o de mundo de luz infinita sin término. Repercutieron en mi ahna sus pala– bras: "Arriba, hija mía, muy arriba, al seno donde nace el Verbo del Pa– dre", y la presencia de V. R. se me impuso surcando aquella luz divina o tranquilas aguas, llevándome en pos de sí, como surca los mares un peque-. ño pez adherido a su madre. En un abrir y cerrar de ojos llegamos a cier– ta distancia, que de lejos parecía un horizonte de luz. Representaba el poder . generador del Padre, y al adherirme a este principio de fuerza y vida divi– nas para percibir el misterio de la' Filiación o Generación eterna por medio de V. R., y en su unión, repercutieron sus palabras: "Veni, veni, quia filia mea es tu, ego hodie genui te. Cumplido el misterio, penetró V. R. más aden– tro en aquel horizonte, llevándome en pos de sí en la forma indicada, repi– tiendo las mismas palabras; y al llegar a cierta distancia sentí nuevamente que se me comunicaba el Ser de Dios por medio de V. R. por nuevas comu- (5) Es decir, en la carta del Director, fecha 18 de julio.
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