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52 CORRESPONDENCIA DE LA M, ANGELES CON EL P. MARIANO concedido mi amantísimo Dios identificando las dos relaciones que me unían a El inmediata y mediatamente, y de hallar a V. R. en el mismo Dios del modo y en la forma divina que me concede, más con la fiel cooperación de V. R. a los designios divinos relacionados con mi santificación y con la mi– sión salvadora y santificadora que le ha confiado. No obstante la fe y con– fianza que abrigo, ya le he manifestado a Nuestro Señor mis deseos y necesida– des todas, y le he suplicado a Dios Padre con todas las veras de mi corazón que los recoja en sus alas de luz y de fuego (en su Verbo y divino Espíritu) y los transmita a V. R. En su divina presencia varias veces y en horas que sentía visiblemente la acción santificadora de mi Padre verdad, que trabaja mi alma, respondiendo a las palabras de su carta última: "Dame tu cora– zón para arrojarlo _en ese horno de Amor", etc., me he puesto en sus manos enteramente, le he entregado una a una todas mis facultades superiores e inferiores, todo lo que he recibido de mi Dios para que lo purifique, adapte a sus designios y lo divinice, y que en adelante no tenga que pedírmelo, por– que lo he sometido todo a su criterio, voluntad y santas pretensiones y an– helos con carácter de perpetuidad, y dispuesta para responder a todos sus requerimientos y en V. R. al mismo Dios, quien se encargará de inspirar en mi alma los sentimientos y aspiraciones santas de mi verdadero Padre, y las cumpliré perfectamente. Piérdase enhorabuena en Dios; pero solo jamás, si no quiere ver repetida la dolorosa historia de esta pobre hija con circunstancias agravantes, quizá irremediables. Avance cuanto quiera y Nuestro Señor le concede en los in– finitos espacios de la divinidad; pero lléveme en pos de sí, seguro de que le seguiré donde quiera que vaya y le acompañaré hasta las más secretas cámaras de su patética y divina inefabilidad, si V. R. me reclama. 4.-Como prueba del poder que Nuestro. Señor le ha dado sobre mi alma, entre otras cosas que he experimentado en estos días y anoche de 9 a 12 y media ó 1, le diré sólo esto. Estos últimos años era dentro de mí donde mejor hallaba a Nuestro Se– ñor, incluso la santa Humanidad. Hace dos o tres días, previas algunas re– clamaciones para buscarlo fuera, Nuestro Señor pareció dormirse en mi in– terior y dejó de corresponderme. Recordé los requerimientos e imposiciones de la Divinidad, que había experimentado fuera de mí (sin que realmente abandone el interior), y me persuadí que Nuestro Señor quería cambiar en el modo de comunicarse, y que debía dirigirme a El donde se deja hallar, fuera de mí; pero sin que sea esto lo que suena, pues lo digo porque no sé
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