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CARTA CLXVIII, 24 JULIO 1920 51 De lo dicho puede inferir, Padre mío, lo que pasó por mi alma cuando· recibí la apreciabilísima y divina carta de V. R., fecha 18, cuyo contenido· encaja tan perfectamente en los designios de Dios y en sus requerimientos¡ relacionados con la dirección espiritual y el grado de perfección de nuestras santas relaciones, que pudieran llamarse divinas por los misterios divinos que reflejan. Sí, Padte mío, doy muchas gracias a mi Dios por haberme pro– visto de este medio de santificación y concedídome el inestimable favor de colocarme nuevamente en su santa y paternal dirección, que es la única que ha respondido .a las exigencias de mi pobre alma infinita en sus anhelos, y ·porque se ha dignado cumplir mis peticiones y deseos de identificación de las relaciones que me unen a mi Dios y mi Padre Espiritual, pues era muy neces~,ria esta identificación para acabar de una vez con las sugestiones con– tra la dirección, que tanto me han molestado y distraído siempre, y para que su acción santificadora sea más eficaz y completa en mi pobre alma, y me reporte todas las gracias que Nuestro Señor quiere concederme por su medio. Gratias tibi, Dws, gratias tibi, vera et nna Trinitas, una et summa Deitas, sancta et una Unitas. 3.-Ya no me queda nada que desear sobre la tierra sino la :fiel corres– pondencia y cooperación a este medio de santificación, que es y será para mi alma venero inexhausto de vida divina a la vez que apoyo, refugio, fuer– za, guía y todo lo demás que V. R. conoce tan bien o mejor que su pobre hija. Pero también la :fidelidad que me pide mi Dios en secundar la forma divina de dirección que me impone y las condiciones que deben acompañar– la-y que mi Padre bien conoce-lo espero de V. R., de su grande caridad, paternal vigilancia y asombrosa luz que Nuestro Señor le ha dado para pe– netrar mi alma toda y sustraerla a toda influencia extraña. Mucho me pre– ocupó las semanas anteriores el temor de abusar nuevamente de la direc– ción o no secundarla con la perfección que mi Dios quiere y me reclama; pero ya descanso en V. R., porque creo y espero que me obligará a portar– me como Dios quiere, porque no se le oculta nada de lo que pasa por mi alma, y tiene obligación de hacerme cumplir la divina voluntad en todo, pero especialmente en esto, . que es lo primero y principal y en lo que no está dispuesto Nuestro Señor a transigirme ningún defecto voluntario. Por esta razón temo menos todos los pecados cometidos y que puedo cometer, por graves que sean, que una infidelidad a la dirección espiritual o la sim– ple omisión de alguna de las condiciones que deben acompañar mi coope– ración a ella. Mucho se me ha facilitado con el singular beneficio que me· ha' ·
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