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50 CORRESPONDENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO tienen estas palabras que entrañan la reproducción de las dos inefables re– laciones que se cumplen en el seno de Dios perpetuamente: "¿ Quieres, hiji 0 ta mía, recibir el último complemento de los cuatro animales santos? ¿Quie– res estar llena de ojos, ser toda ojos para recibir los rayos de la Divinidad y contemplar a satisfacción al Señor que se sienta en el trono? Pues en– tonces, ven a mí, adhiérete a mi espíritu paternal, pues estoy, como minis– tro de Dios y padre de tu alma, lleno de gracias, de dones y de vida divina pára regenerarte o engendrarte de nuevo como tantas veces lo he hecho, comenzando el día 1 de julio de 1910, cuando me cargué y cubrí con todos tus pecados. Ven, ven, quia filia mea es tu, ego hodie genui te; ven, ven, et accipe Spiritum Sanctum. Toma, hija mía, y recibe", etc., págs. 55 y 56. 2.--Confieso, Padre mío, que no respondí al llamamiento por las vaci– laciones que se siguieron a la tentación hasta que me vi completamente libre de toda duda y sin obstáculos que comprometieran nuestras santas relacio– nes, que fué cuando recibí su carta fecha 15 (3); mejor dicho, con la carta me tranquilicé y entré de lleno en la dirección, y el mismo día por la tarde tomé en las manos el cuaderno, y en lugar de empezar a leer por el princi– pio, lo abrí por donde me llamaba mi Dios por mi Padre Espiritual. Ya antes, el día que le dije a V. R., mi Dios Uno y Trino se había dejado hallar de mi alma en V. R. en el fondo del Sagrario, como le dije en mi última o en la anterior (4), y el misterio que más vivamente gustó mi alma fué la filiación divina extendida a mí por medio de V. R., con quien me pareció que Dios Padre compartía su divina Paternidad para bien de mi alma, o sea para concederme nuevas comunicaciones de su Ser y Vida divina y per– fo::cionar y completar su divina imagen, etc., etc. Repitióse esto varias ve– ces por espacio de dos o tres días, en los que pareció que Dios Padre me tomaba como blanco y por su cuenta, y que necesitaba para El todo el tiem– po que me recogía en la oración. Cuando abri la carta epistolar y vi des– crita mi historia con tanta precisión en el párrafo transcrito y otros ante– riores, me maravillé y no salía de mi asombro; pues le digo de verdad, Pidre mío amadísimo, que no conservaba de dicha carta. sino idea general, porque no la había leído hace años por evitar impresiones que pudiesen comprometer mi resignación durante su dolorosa ausencia. (3) En la mencionada carta, su Director decía que, en vista de lo que estaba pa– sando"cón sus· escritos, creía prudente prescindir enteramente de ellos, dejando que Dios velase por los mismos a fin de que no resultara daño alguno a la dirigida. (4) Véase más arribe., pág. 41 y sig.

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