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CARTA CCXV, 22 ABRIL 1921 289 to a tener niguna comunicación o contemplación intensa. Después de un pe• período de actividad espiritual, siempre me viene este aplanamientp físico y atrofiamiento espiritual o vida estacionaria, exceptuados breves momel'!• tos. No sé si será providencial o castigo de mi infidelidad e ingrata corres– pondencia a las gracias recibidas. 4.-Continúa la presencia de Dios Uno y Trino y del Verbo Encarnado en el fondo del alma, la atracción hacia lo divino y entusiasmo, pero yo no estoy recogida ni menos unida o aplicada a mi Dios intensamente, habitual– mente se. entiende. Varias veces me ha parecido que volvía a mi centro, me he fijado en Dios, pero pasado un rato he vuelto a disiparme, exteriorizar– me, o no sé qué. Verdad es que estando enferma en cama apenas me dejan sola de día; y como las noches las paso tan mal, unas veces por desahogo y otras por respeto humano o por complacer a las religiosas que me visitan, hablo con ellas y me distraigo. He cometido, pues, muchas faltas de silencio, a pesar del propósito que he renovado todos los días de no hablar de noche. También he faltado a la humildad y a la caridad hablando; esto último con. alguna causa o motivo de corrección. Rara vez he dejado de rezar el Oficio Divino, pero casi siempre lo he rezado distraída. 5.-Lo único que he hecho con alguna perfección y fruto y mucho con– suelo ha sido orar las cartas de V. R., especialmente las de los santos Ejer– cicios, y de éstas las 12 ó 14 primeras. El no haber pasado adelante, es por– que al orar la octava o la décima, o las que siguen inmediatamente, me so– breviene alguna preocupación temporal, v. gr., alguna religiosa que enferma corporal .o espiritualmente, y me distraigo; y cuando me desenredo, quiero convertirme otra vez orando o repitiendo la lectura u oración de las prime– ras cartas. Espero que ahora que he empezado a pasar los días levantada, tendré menos ocasiones de distracción; y en cuanto desaparecen estas oca– siones, suele Dios Nuestro Señor concederme la gracia. de recogerme po:r sola su misericordia, aunque yo no lo merezco, sino que merezco su eterno abandono por mi ingratitud. Muchas faltas más tendré, pero no recuerdo ahora. Absuélvame de todo y pida a mi Dios y a mi dulce Madre y Aboga– da que me perdonen. En adelante procuraré escribirle cada ocho días; si no lo hago, será se– ñal que me ha sorprendido alguna ocupación urgente o la recaída. V. R. no deje de escribirme todas las semanas.

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