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276 CORRESPONDENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO mejoría muy notable, sin saber a qué atribuirlo fuera de la bendición de mi Padre, que esperaba como respuesta del recibo de mi carta. Pasados dos o tres días, me llené de dolores y tuve que hacer cama, y desde entonces apenas he tenido un día bueno. Pero a pesar de sentirme mal, o sea con dolores y algunas veces con vómitos, he estado persuadida que estaba mejor. Las religiosas, al contrario, especialmente las mayores, preocupadas pen– sando que me voy a morir pronto y que mis afirmaciones serían ilusiones de enfermos, que hasta lo último conservan la esperanza de ponerse bien. Por si acaso aciertan, varias veces he aceptado la muerte, mejor dicho, la acepto todas las vece¡;¡ que se me ocurre que puedo morir sin necesidad de contraer ninguna <Jnfermedad, por el estado de debilidad en que me encuen– tro. Y ciertamente que así es, pues mi vida más que vida es agonía. 3.-Así lo entienden las religiosas, y estoy convencida de ello, pero lo que ignoran ellas y servidora sabe es que mi padecimiento, más que debi– lidad natural, es una especie de aniquilamiento de la naturaleza, que me pro– dujo el gemido casi continuo en que viví desde el 18 de junio hasta las Pas– cuas de Navidad. Cada vez que se comunicaba Nuestro Señor en aquella for– ma, perdía mi naturaleza innumerabies grados de vida, me quedaba mortal, hasta que, agotadas mis fuerzas, renuncié o me negué a secundar dicha co– municación, mejor dicho, al sentir la presencia del Amor, mi alma· aceptaba la comunicación, pero no podía gemir, y al decir o significar: "No puedo. más", se inició una paz o tranquilidad jubilosa o no sé cómo llamar. Y des– de entonces mi comunicación con Dios ha sido tranquila, sin aquellas an– sias dolorosas. Pero no porque se haya cambiado la forma de las comunica– ciones, sino porque me faltaron las fuerzas y no veo el medio de recuperarlas. Las religiosas juzgan por mi aspecto que la muerte está próxima, pues se– gún dicen he perdido mucho desde hace un año. Confirma su opinión mi aniquilamiento, pero como éste tiene más causas que la debilidad natural y, ellas ignoran, de aquí ci,ue no pueda guiarme por lo que dicen. Sólo Dios; sabe, pues, -si está próxima o lejana mi muerte. A cualquiera hora que me: llame, contenta moriré, aunque no tengo méritos ni virtudes y he grava-– do mi conciencia con innumerables pecados, pues confío en la infinita bon– dad y misericordia de mi Dios, en los méritos de mi Salvador y en la po– derosa intercesión de su Santísima Madre, que al fin me salvaré. No puedo apurarme por nada, pues encuentro siempre en mi alma un fondo o abis-– mo sin fondo de resignación y confianza, de fe, amor y adherencia o iden•·

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