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CARTA CCXII, 19 FEBRERO 1921 el reconstituyente tuve que dejarlo porque no me estaba bien. Dicen que lo que tengo es debilidad, y aunque parece que están en lo cierto, los recons– tituyentes me perjudican en lugar de aliviarme. Y hace ya varios años qúe me ocurre esto; todas las veces que he accedido a los ruegos de las religill– ,sas y del médico he tenido que dejarlo. Consúltelo con Nuestro Señor y dígame lo que le parece o debo hace:i¡, pues quisiera conocer el secreto del extraño fenómeno para cumplir la vo-– luntad de Dios. 4.-Al cumplir las penitencias sacramentales que debía, al principio ,los actos de adherencia a la Santísima Virgen practicaba con hambre y sacie– ,dad crecientes, y hallaba descanso, pero después cierta fatiga, sin perjui– cio de la estimación casi infinita que me merece la Señora y del amor y venerac10n que la profeso. En cambio, hallaba satisfacción y reposo al . ¡;id.– herirme a mi Dios Humanado identificado con la Santísima Virgen .c~n el hambre, entusiasmo, amor y estimación que la Señora se adhirió cuando encarnó en su seno, repitió su entrega mientras vivió Jesús en la tierra y permanece ahora unida a El en el cielo; o sea que entendí, y la experiencia me enseña, que estoy unida a la Virgen y en su nombre y en su unión iden• tificada con Ella debo adherirme a Jesús sin detenerme en la Señora, pero recordando su presencia en mi alma, la participación que se me concede de su vida, virtudes etc. Cosa parecida me aconteció poco después, repitiendo los actos de ad– herencia al Verbo Encarnado, cuya presencia en mi alma, o sea la expe• riencia de mi identificación con El, hace que me cueste cierta violencia. ~ fatiga repetir dichos actos como preparación para adherirme a las divina1t Personas. Una vez, sí, puedo muy bien adherirme al Verbo Encarnado, o sea a la santa Humanidad para apoderarme de sus méritos, revestir.me de sus virtudes, etc., pero repetir el acto, me cuesta. En cambio, los actos de adherencia a las divinas Personas identificadas con la santa Humanidad del Verbo (a quien no pierdo de vista) y con María, los repito con reposo J satisfacción, sin fatiga. ¡ Cosa rara! Dios Humanado mirado como a través de la Divinidad n@ me produce fatiga, sino que se presenta como centro de mi alma de un mod(l) que no puedo explicar. De dos maneras se revela, pues, Jesús a mi alma: una como mediador o camino, otra como centro; en aquella forma iden– tificado con mi alma, como Imagen de Dios en forma bellísima, modelo de toda santidad y como mereciéndome las comunicaciones divinas y consorcio

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