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272 CORRESPONDENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO manifestación de la santidad de la dirección y del fruto de su visita pater– nal, repitiendo los actos de adherencia y entrega completa a mi Padre y por su medio y en unión de V. R. a mi Dios Uno y Trino, cada vez con más, perfección, humildad, sumisión, gratitud, etc. Aun las palabras más senci– llas o que pudieran llamarse temporales o indiferentes, se imponían a mi alma como vida y energías que me arrastraban y llevaban a Dios, gravitando mi inclinación o afición amorosa al Amor de mis Amores y vida de mi alma, a mi Dios Uno y Trino y a su Unigénito Humanado. Todas las veces, que algún asunto temporal, propio del cargo, llamaba mi atención, parecía– me oír repetir estas breves palabras que recogí de sus labios (debió de ser cuando le consulté la distribución de cargos): "Vamos a lo nuestro", sintien– do al mismo tiempo gravitarse mi inclinación a Dios y elevadas a El mis, potencias para participar la inefabilidad, bondad y pureza del entendimien– to y voluntad de Dios, su aplicación constante a su objeto divino, etc. Lo propio me acontece ahora todas las veces que llaman mi atención las cosas temporales, en las que estoy de paso y violenta y deseando que V. R. me enseñe a cumplir mis deberes y a pagar su tributo a la vida corporal sin descender de Dios, si es posible; si esto no puede ser, a detenerme lo menos posible. 3.-Soy contrariada en esta inclinación, más todavía que por el cargo y la necesidad de las religiosas que necesitan desahogo o consejo, por mi que– brantada salud, pues desde hace cuatro o cinco días estoy peor, casi todo el día en la cama. Mientras estuvo aquí V. R. parecía que no tenía nada~ cada día me sentía mejor, y aunque me hubiese llamado de noche cada media hora, paréceme que no lo hubiese sentido. Continuó la mejoría o el alivio dos o tres días, y después se inició un dolor de cabeza intenso y un malestar que no podía sufrir en pie, y a ratos una agonía y sufrimiento en el vientre, que a no estar perfectamente resignada en la voluntad de mi Dios, me preocuparía bastante, pues parece presagio de muerte próxima. Hoy es– toy un poquito más aliviada, a pesar de haber estado molestada hasta las dos de la madrugada. Algunas veces me parece que Nuestro Señor quiere concederme alivio en mis padecimientos para que pueda asistir a los actos de comunidad y practicar mis devociones y vigilias, pero no doy con el me– dio; es un secreto que no adivino, y pienso si esperará a que me lo man de V. R. o que servidora aprenda el secreto· de sobreponerme a los pensa– mientos físicos. En la duda de sí será esto último, me remuerde procurar alivios, o sea acostarme, que creo es el único alivio que me procuro, pues
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