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CORRESPONDENCIA DE LA M. ANGELES CON EL P. MARIANO gemidos y que me cuesta reprimirlos, pero lo consigo sin que lo note nin– gwia. 4.-Respecto de fo que pasó por mi alma durante el retiro, no sé, Padre mío, qué decirle. Tendré que contestar: nada,· nada, nada, pues, aunque es cierto que experimenté mejoría y que mi alma se ha elevado, soy un poco rara o extravagante, quiero decir que mi alma no se detiene en las corrien– tes que la bañan ni en los rayos que refleja, aunque sean divinos; los esti– mo, sí, mucho, muchísimo, los acepto postrada y aniquilada, tributando gracias y adoraciones a mi Dios altísimo, pero mi alma mira siempre a la fuente, al divino manantial, a quien vuela con las energías que le prestan o conceden los dones divinos, y 7 adherida a su Dios querido, su vida y su amor, lo más íntimamente que puede, le besa y se le entrega con este beso filial; y allí, en el mismo seno de Dios, adherida fuertemente a su esencia divina, vitalísima, encuentra la verdadera vida, la luz, el amor, la felicidad, todo,. todo lo que necesita. Mi vida, Pa<;lre mío, mi inteligencia, mi amor y mi obrar, todo está en Dios, pues no sé vivir ni hacer nada fuera de su divino seno, ni puedo detenerme en las influencias divinas que por sola misericordia extiende a mi alma, si no me ayudo de éstas. para elevarme a El, si estoy en mí, y para penetrar más y más en su seno, si estoy en Dios. Mi inteligencia no sufre estar separada del entendimiento de Dios, a quien se adhiere con profundo respeto a la vez que con amor y se le ,entrega y le pide que la absorba y asocie a sus divinas operaciones, y en repetir éstas encuentra la vida. Lo mismo digo de vi voluntad, mi existencia, vida y todas las demás facultades, pues ninguna quiere vivir ni obrar en sí y por sí, sino que todas mis facultades buscan a Dfos y a El se adhieren, quien por su infinita bondad y misericordia se digna asociarme a su vida y operaciones divinas todas las veces que recurro, a no ser que me lo impida algún defecto moral voluntario o indisposición física..Unida al Ser supremo, al S(;lr necesa– rio, a la plenitud de Ser, a mi Dios a se, a la vida divina y eterna, infinita– mente infinita, al Siempre, Siempre, Siempre y al Todo por siempre, me siento feliz al presente y lo prefiero a la vida pasada y al día de ayer. Como quien posee la fuente, no envidio las corriente divinas que graciosamente me fueron concedidas anteriormente, pues tengo fe y confianza vivísimas en la buena voluntad de mi Dios, que no me negará sus aguas siempre que las necesito, y, sobre todo, mi felicidad la encuentro no en los dones divi– nos, sino en el Dador de todo bien, en adherirme a El cada vez más íntima y amorosamente y procurarle la gloria y complacencia que de mí espera.