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CARTA CCXI, 19 ENERO 1921 263 nieblas y sombras de muerte; ni puedo vivir, ni menos hacer cosa de prove• cho. Bendito sea Dios. Tampoco tengo salud, sino que me parece con frecuencia que está cer• cano mi fin, a juzgar por la poca vida del organismo y el trabajo que me cuesta su conservación. Estoy más gastada que la M. Rosario con sus ochenta años, excepto la agilidad para el movimiento, que en esto· aventajo a todas las religiosas del convento, pues me cuesta menos correr que ir despacio. En cambio el estómago y el intestino parecen dos miembros muertos y con· tinuamente me recuerdan la muerte. Y a ve con qué medios cuento para de• dicarme a escribir, pues mejor estoy para estar en cama que levantada, o por lo menos para descansar que para trabajar. Dios sea bendito. 3.-Aunque estoy muy lejos de poseer sus virtudes, con frecuencia me acuerdo de Santa Catalina de Sena, de quien tengo entendido que oraba pa· seando, porque le ayudaba el ejercjcio corporal para la contemplación, y la quietud se lo impedía a causa de la extrema debilidad que padecía. Lo mismo me acontece; mejor estoy pa_seando que quieta, y aunque paseara todo el día, no me cansaría.. No lo hago más que cuando la necesidad me obliga; pero es cierto que el paseo me ayuda a la oración, pues muchas veces me ocurre que, no pudiendo orar estando quieta en la celda, bajo al refectorio a pasear (cerrada la puerta) o al claustro, e inmediatamente mi alma se ele– va a Dios y recibo altísimas comunicaciones, y allí me estoy sin saber si paseo o estoy quieta hasta que me llama la campana; y estaría ocho días sin sentir cansancio, a pesar de las genuflexiones o postraciones en tierra que me impone la íntima soberana presencia de mi Dios. Deben ser rarezas de la naturaleza o designios de Dios que lleva a cada alma por el camino que le place, pues siempre me ha llamado la atención las contemplaciones altísimas .y comunicaciones soberanas que· mi Dios querido me ha concedido fuera del coro y de la celda, especialmente paseando. Verdad es que voy .allí a orar y glorificar a Dios más que a buscar alivios humanos, y que éstos los busco cuando me obliga .la necesidad. También me ha llamado la atención algunas veces la facilidad y plen,f– tud con que se comunica Dios a mi alma en los actos de comunidad y ñasta en la recreación, la alteza de la luz y noticias divinas que percibe mi alm~ sin que fo conozcan las religiosas ni se exterioricen los efectos, y esto aU'lii• que se refleje alguno en la parte inferior, el amor y gozo, por ejemplo. Es verdad que tengo que estar sobre mí para no exteriorizar los suspiros' o

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