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OAilTA .ccx-, ·17 ENERO M121 seand'0 tributa:dei;; ador~ción y alabanzí,l, gloria y obsequios dignos de su in, finita majestad y bondad, fuí como siempre a bus~ar a Jesús, a la deífica Humanidad del Verbo; mejor di:cho, me dirigí a El p1:1,ra hacerlo mio, re– vestiFme de sus méritos, virtudes, etc., pues no necesito salir de mí para bus– carle, sino que le poseo en el fondo del ab;na, donde gozo su divina presen– eia y la eficaeia de sus mérit0s y divinísima mediación habituahnente. Pero ayer fué uno de. 1os. días en que mi alma se sie11te gravitada hacia mi Dioi;; Humanado, y en medfo de los arrel>atos de amorosa locura se me impone su infinita exeelencia, cuyo sentimiento único, el celo que me abrasa por su gloria, y la estimación y entusiasmo divinos, que le profeso, me obliga a de– rribarme a sus pies, a postrarme a su acatamiento eomo. los santos Animales y Ancianos apocalípticos, cuyos sentimientos participo, repitiendo estas pos– traciones (espirituales) a cada momento. Por esta razón, al fijarme en mi Dios Humanado contra mi intención me adherí a El, o me abraeé, y así se: pasó un rat0 en el cual desahogué mi afeeto. 3.-Si;n haber solti:tdo a Jesús del abrazo íntimo que )).os umo, me vi ca– reada con V. R., hablando a más no poder porque mi alma se había conver– tido en infinitas lenguas, y una vez más lamento la insuficiencia de la pluma para transmitir a mi Padre mis sentimientos y pedí a mi Dios Uno y Trino, que acorte las distancias que de él me separ~n para poderle hablar cada ocho días, aunque tenga que repetir por escrito alguna cosa, si es verdad que quiere mi Dios valerse de mis insulsas y mal escritas cartas o cuentas. de conciencia para eonsolar a alguna alma en los últimos tiempos, cuando el vulgo devoto se haya cansado de leer libros escritos· en idioma clásico y oír hablar a los sabios y elocuentes místicos del siglo XX. No le extrañe lo que le he dicho, pues estoy cansada de ver la esterilidad a que Dios, sabidu– ría infinita, condena a lenguas elocuentes y escritos que parecen llamados a ocupar el primer lugar en las almas ávidas de justicia y santidad, mientras bendice lo que el mundo llamaría necedades, y por su medio transmite a las almas su l.uz y calor, vida y felicidad divinas. 4.-,,Ni piense que este conoeimiento experimental influya en lb más mí– nimo en lo que he tenido por voeacíón, o sea en el impulso que me arrastra a escribir. No, Padre mío, no; nada conmueve mi corazón fuera de la glo– ria de Dios, de mi Di-Os Uno y Trino y de su Verbo Encarnadb, único móvil, de mis afectos, mi única intención y suprema aspiración. Créame, Padre mío, se lo digo con toda la sinceridad; mi alma no da señales de vida mien-

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