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244 CORRESPONDENCIA DE LA M. AN,GEJ;ES GON, EL P. MARIANO cambiado en esto, etc., etc. Co:iµo entonces y después dichas palabras y car– tas me produjeFon los efectos que Di9s sabe y padec;í los horrores que nun, ca podré explicar, creí que ahora me ayudarían a separarme cada vez más de la dirección y encastillarme en el propósito de vivir incomunicada y sin hacer nada, a vivir una vida según mi inclinación al reposo absoluto y com• pleta abstracción del comercio humano y de toda ocupación manual o exte– rior. Me ha ocurrido lo contrario. Apenas empecé a leer la primera carta, amaneció el día, o sea disipáronse las negras tinieblas que me envolvían y me sentí completamente adherida a V. R., dando gracias a mi Dios, porque me había vuelto a la casa paterna y deseando permanecer en ella hasta la muerte. Todo esto contra mi propósito, Al mismo tiempo SI} impuso de modo más claro la visión que me perseguía; y continúo bajo su influjo. No me atrevo a dar más explicaciones, porque estoy persuadida que es de capital interés, y que de1 acierto o yerro depende mi salvación. Digo mi salvación, porque no conci.bo que haya para mí término medio, sino que seré santa o me condenaré. 3.-En la disposición que he diyho me encontraba cuando recibí la apre– ciable de V; R., la que acentuó¡ mi tranquilidad en lugar de complicar el es– tado de mi conciencia, como me temía. ¿Quiere que le dé cuenta más clara de conciencia? Venga a Valladolid y examíneme y responderé como acierte mi tontura a todas sus preguntas. Por escrito me parece que no podré hacer– lo mejor, y aunque pudiera no me atreveré, pues me da miedo, mucho mie– do referir mis imposiciones por la posibilidad de un engaño o desacierto, o sea que diga las cosas de tal manera que piense V. R. que son de Dios, sien– do obra del demonio y que sea yo mártir de este tirano temporal y eterna– mente. Verbalmente es otra cosa, pues ya sabe V. R. el secreto de penetrar los sentimientos y disposiciones del alma, aunque no sepa explicarme; y ten– dría yo la grande trariquilidad de comunicarme con la elocuente lengua del sentimiento más que con los labios, y así se manifestaría la bondad o mali– cia del <;;spíritu que me animll. e influye en mis vocaciones, al parecer dife– rentes. ¿No esper,a venir pronto por aquí? El sábado por la tarde me puse peor. Pasé la noche mal y ayer todo el día estuve en cama, y hoy hasta las once, excepto la misa y comunión. Toda– vía no estoy bien. Me acostaré al anochecer. Veré si puedo empezar ahora la cuaresma de los Benditos, que hasta ahora no he podido, sino que he vivido. más di:sipada que nunca y he hablado mucho más de lo que acostumbro.

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