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CARTA CCVII, 8 ENERO 1921 241 perdido por el aborrecimiento y la desesperación que me inspira la dirección. Perdóneme si le disgusto, pues no es mí ánimo ofenderle, al contrario, bien sabe mi Dios la alta estimación y el cariño divino que le profeso y que le he tenido y le miro como Director y Padre divino, divinizador de las almas que Dios le confía. Así lo he experimentado, pero no puedo volver a esa vida de fe, obediencia y unión, que fué todo mi consuelo, apoyo y esperanza, ni pensar en procurarlo por la desesperación que me inspira o veo al término y fin de la dirección. Solo Dios, solo Dios. Como me encuentro en tan mala disposición, pienso que no debe V. R. escribirme, pues no sé si tendré valor para leer la carta; y acaso de leerla, la interpretaré a· mi manera, y temo que se complique mi estado, y además que se cump!a lo q\IB dice el santo Evangelio de las margaritas si se echan a los puercos (2), o sea que en lugar de estimar sus .consejos y agradecerlos, le voy a aborrecer a V. R. Ya ve si soy mala. De V. R. .humilde y reconocida hija, que besa sus pies y manos y le pide la bendición, Sor Angeles. (2) Cfr. Matth., VII, 6.

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