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CARTA CLXII, 9 MA:YO 1920· ]7 muchos y graves pecados por medio de V. R., que me los imponga en su es~ pantosa realidad, para expiados con el amor contrito avaloFado con sus mé– ritos y los de su Divino Hijo. 2.-Para que vea la necesidad que tengo o siento de aniquilarme, y que responde a los designios de Dios este apremio habitual, voy a manifestarle brevemente lo que precedió al retiro de la luz directiva que poseyó el P. Al• fonso con relación a mi alma. A principios de la segunda quincena de noviembre de 1918, una tarde o noche abrióse a mi vista un horizonte divino, donde aprendí la presencia de_ las tres Divinas Personas. Puse al servicio de su gloria el trabajo escri– turario que terminaba o había terminado (2), y al verlos tan complacidos de mi trabajo y propicios a favorecerme, rogué a Jesús que hiciera consis– tir la recompensa en la participación de su vida divina, que anhelaba corn• partir en grado más alto. Lo mismo me da, le dije, que la participación sea de tu vida paciente o gloriosa, porque lo mismo estimo uno que otro. Extendióse inmensamente la capacidad de mi alma, y no pudiendo resig-. narme a participar una fase de la vida de Jesús, trabajada por la imperiosa uecesidd que sentía de apoderarme de mi Dios Humanado absolutamente y absorber su vida divina y eterna toda entera, le pedí el cumplimiento de mi vivo anhelo y que la comunicación fuese mediante la dirección. Parecíame q:ue Nuestro Señor otorgaba la petición con la condición de peéeccionar mis relaciones directivas o mediatas y elevarlas a la altura que reclamaban mis comunicaciones directas con Dios. En aquel horizonte vi un Guía,. un Padre,. un Moisés, un vice-Dios orando en la presencia de la Santísima· Tri– nidad,, el cual lucía y ardía como inmensa llama de fuego. A mi vez ardía- en. el amor de Dios, cuyo amor se extendía hacia dicho Padre o Guía de mi alma. Sentía una muerte o aniquilamiento propia, acompañada de acatamiento, a Dios, fe ciega, confianza absoluta y mil cosas inexplicables, y fodos estos sentimientos extendíanse a dicho Padre. Nuestro Señor me significó que era necesario para cumplir mi anhelo de participar su vida que yo, ardiese en el amor de mi Director,. como ardía en aquellos felices momentos, que fuese una cosa con él, que estuviese comprendido, en todos los actos y relaciones sobrenaturales que me unían- a su Majestad y. que me aniquile en su, presen° cia como lo estaba. en su divino acatamiento, y esto siempre. En una palabra,. (2) Se refiere al tratado sobre la Vida espiritual. Cf. P. MELCHOR DE PoBLADURA: Una, flor siempreviva, pág. 105 y' ss.
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