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166 CORRESPONDENCIA DE LA l',I, ANGELES CON EL P, MARIANO artículo que le envié a V. R. (1), precedido de un preámbulo parecido al del P. Arintero. Como empezó a publicarlo por iniciativa del P. Pérez, y éste está de nuestra parte, creo que no se ocupará más del asunto, pues ha trans– currido bastante tienipo desde que se publicó el primer artículo. El P. Al• fonso, aunque es cierto que tuvo mucho ()mpeño en publicar algunos escritos y empezó a tratar de esto sin previo consentimiento, creo que no se atreverá a hacerlo ni procurarlo. sin notificarme, pues ya no tiene autoridad sobre mí y es delicado de conciencia. Ninguno, fuera de éstos, ha tratado de fa impresión, que yo sepa; así que puede estar tranquilo sobre el particular, pues creo que el P. Andrés tampo– co se atreverá ya a repetir el abuso que hizo y que tanto me ha extrañado en un Padre que _mostraba interés por que se e;onserven los originales y que nadie los modifique. Dios sea bendito. . Estaba persuadida de que le había ofrecido mis escritos, pues ésta fué mi intención, y buscar un seguro asilo para ellos en mi Padre. verdad, único que respetaría mis escritos si eran de Dios, y si no lo eran, ninguno más autorizado para destruirlos. Así lo sentía, pues más que nunca sentía p01 entonces d desamparo y la inquietud alarmante de los Israelitas cautiv:_os en Babilonia y· _rodeados de gente extraña; y _tenía sobrados motivos de .temet a todos, y de todos los que me trataban. Me alegro de saber q~<' no _hicti tal ofrecimiento y que la culpa estuvo en mí, porque me perjudica cualquier ·indicio de extrañeza en quien ocupa el lugar de· Dios. No contribuyó poco ·esta aprehensión a mi tardanza en volver a la casa paterna~ .. Siento mucho los disgustos y recuerdos desagradables que le ~r'lsioné ·· y el no haber sabido sacar otro fruto que yerros y pecados de mi largo y pe– :noso destierro y cautiverio. Dígnese Nuestro Señor perdonarme, remediar mis males y hacer que todo contribuya ·a su mayor· gloria y a la santificación de mi Padre, pues puede y sabe hacer surgir el. bien del seno mismo del pecado. 3.-Muchas veces revive en mi memoria el contenido de la carta episto– lar que me escribió V. R. sobre el Salmo 136 y se renueva la pena de ha– berme visto en precisión de exhibir mi vida íntima, lo que me parece una profanación del templo de mi alma; Si conserva dicha carta, haga la caridad de devolvérmele cuando tenga oportunidad, para llorar un poco más mi des– gracia, y sobre todo mi mal comportamiento, que obligó a Nuestro Señor a privarme de la dirección verdad, pues así me pareció cuando leí el final de (1) Véase la nota precedente, pág. 163. ·

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