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LA MADRE DE JESUS SEGÚN A.K. EMMERICK 589 recibió generosamente a la exclaustración forzosa. A.K. Emmerick predijo la caída de Napoleón unos 12 años antes de que sucediera, y se lo hizo llegar al Papa. Su vida transcurri6 entre continuas enfermedades. Muri6 el 9 de febrero de 1824. 2. Su participación en la Pasión de Cristo Desde el año 1799, A.K. Emmerick sentía los dolores de la corona de espinas; la sangre se le derramaba cada viernes, pero ella trataba de disimularlo. En el año 1807 comenzaron los dolores de las llagas en los pies y en las manos, sin que to– davía se manifestase ninguna marca exterior. El día 25 de nov. de 1812 apareció en su pecho una cruz semejante a la del crucifijo de la iglesia de San Lamberto de Coesfeld. En 1813, cuando contaba 24 años y oraba en una iglesia de Coesfeld, pi– dió la gracia de participar en los sufrimientos de la coronación de espinas de Jesús, y le fue concedido dicho don. Entonces aparecieron los estigmas visibles: estigmas en las manos y en los pies, la herida de la lanza, la Corona de espinas e incluso una cruz sobre el pecho; estos signos visibles ella los quiso inútilmente ocultar. El día 28 de febrero de 1813, y por indiscreción de una hermana que había visto las llagas de las manos, este fenómeno pasó a conocimiento de los habitantes de la ciudad. El médico de Dülmen, llamado W. Wesener (1782-1832), se acercó para hacer una visita a la enferma, pero con la intención de "desenmascarar" lo que él y otros compañeros como Druffel, consideraban un embuste, pero asistió im– pensadamente a un claro fenómeno de cardiognosis; entonces convocó al antiguo médico del convento, Krauthausen, y a B.A.B. Bensing, párroco de la parroquia, y al mismo confesor de A.M. Catalina que era el dominico Joseph Alois Limberg, para hacer un dictamen sobre el fenómeno que rodeaba a A.K. Emmerick que fuese elevado al obispo. El día 25 de marzo de 1813, el Vicario general Augusto von Droste-Vische– ring vino acompañado del Dr. Druffel y del superior del seminario Bernardo Overberg (1754-1826). Krauthausen intent6 curar las heridas heridas pero sin éxito; también recibió el encargo de que se cuidase de tales heridas. El párroco Bensing, desde el aspecto espiritual, trató de discernir el asunto. También se in– terrogó a las religiosas que habían convivido con A.K. Emmerick en el convento, asimismo al antiguo confesor de A.K. Emmerick, el jesuíta P. Reckers; todos los datos conseguidos figuran en la encuesta eclesiástica que editó W. Hümpfner, Akten der kirchlichen Untersuchung über die stigmatisierte Augustinerin A.K Em– merick, nebst zeitgenossischen Stimmen, Würzburg 1929, la cual resultó ser un

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