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618 LUIS DÍEZ MERINO un Ángel, teniendo a sus lados a los dos Ángeles del Sepulcro, seguido de una multi– tud de almas libertadas. El cuerpo de Jesús estaba resplandeciente; yo no veía en él ningún movimiento, pero salió de él una voz que anunció a su Madre lo que había hecho en el limbo y le dijo que iba a resucitar y a venir a ella con su cuerpo transfi– gurado, que debía esperarlo cerca de la piedra donde se había caído en el Calvario. La aparición se dirigió hacia la ciudad y la Virgen fue a arrodillarse al sitio que le había sido designado. Podía ser la media noche, porque la Virgen había estado mucho tiempo en el camino de la Cruz. Ví al Salvador con su escolta celestial seguir el cami– no; todo el suplicio de Jesús fue demostrado a las almas con las más pequeñas circun– stancias. Los Ángeles recogían todas las partes de su sustancia sagrada que habían sido arrancadas de su cuerpo 67 • Conclusiones 1) En la literatura hebrea, propia del pueblo judío, existen muchos libros apócrifos que transmiten paralelamente hechos y dichos que no están en los libros canónicos; también en la literatura cristiana existen libros apócrifos que narran hechos y dichos que no se encuentran en la literatura canónica, y en concreto en los evangelios de la Pasión. El evangelista Juan es consciente de ello y nos dice que si todo se hubiese referido, no cabrían los libros en el mundo. 2) La haggadá judía refiere hechos y dichos que no han encontrado puesto en la literatura canónica, pero que no por eso se han de despreciar, porque transmiten auténtico pensamiento judío, como sucede con la literatura de Qumrán, los mi– drashim, los Targumim, la Misna, el Talmud, etc. Así también en la literatura cristiana se transmite un bloque de literatura entre los místicos, que no contradice a la literatura canónica, sino que pudo suceder como ellos lo narran, pero no tene– mos elementos de contraste, sino las palabras del que nos lo refiere. 3) La vidente A.K. Emmerick, a través de su secretario el poeta alemán Clemente Brentano, va comunicando lo que ella contempló desde el 18 de febrero hasta el 6 de abril de 1823 (tiempo cuaresmal) en torno a la Pasión de Jesús; muchos de sus datos están en los evangelios canónicos de la Pasión, pero otros están añadidos, no porque sean inventados por ella, sino porque los evangelistas hicieron su propia selección de hechos y dichos, transmitieron algunos, pero prescindieron de otros muchos. 67 P. Pablo, La amarga Pasión, 192.

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