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616 LUIS DÍEZ MERINO las esponjas. Yo ví muchas veces a Casio y a otros soldados ir por agua a la fuente de Gihón, que estaba bastante cerca. Cuando la Virgen había untado todas las heridas envolvió la cabeza en paños, mas no cubrió todavía la cara, cerró los ojos entreabiertos de Jesús, y dejó reposar su mano sobre ellos algún tiempo. Cerró también su boca, abrazó el Sagrado cuerpo de su Hijo y dejó caer su cara sobre la de Jesús. José y Nicodemo desde un rato esperaban, cuando Juan, acercándose a la Virgen, le pidió que se separase de su Hijo, para que pudieran acabarlo de embalsamar, porque se acercaba el sábado. María abrazó otra vez el cuerpo de su Hijo y se despidió de él cariñosamente. Entonces los hombres cogieron la sábana donde estaba puesto el cuerpo y le sacaron así de los brazos de la Madre, llevándolo aparte para embalsa– marlo. María, otra vez abandonada a su dolor, que habían aliviado un poco sus tier– nos cuidados por el cuerpo de su Hijo, cayó, la cabeza cubierta en los brazos de las piadosas mujeres. María Magdalena, como si hubieran querido robarle su amante, se precipitó algunos pasos adelante, con los brazos abiertos, y después se volvió otra vez con la Santísima Virgen... Entonces llamaron a las Santas mujeres, que se habían quedado al pie de la Cruz. María se arrodilló cerca de la cabeza de Jesús, puso debajo un lienzo muy fino que le había dado la mujer de Pilatos, y que llevaba ella alrededor de su cuello, debajo de su manto; después, con la ayuda de las Santas mujeres, puso desde los hombros hasta la cara manojos de hierbas, aromas y polvos aromáticos. Magdalena echó un frasco de bálsamo en la llaga del costado y las piadosas mujeres pusieron también hierbas en las llagas de las manos y de los pies 64 . 10.19. El regreso desde el sepulcro: el Sábado El sábado iba a comenzar; Nicodemo y José entraron en Jerusalén por una pequeña puerta lateral próxima al jardín. Dijeron a la Santísima Virgen, a Magdalena, Juan y a algunas mujeres que volvían al Calvario para rezar, que hallarían esta puerta siempre abierta cuando llamaran, así como la del cenáculo. La hermana mayor de la Virgen, María de Helí, volvió a la ciudad con María, madre de Marcos y algunas otras mujeres... Vi después a la Santísima Virgen y a sus compañeras entrar en el cenáculo. Abenadar llegó y, poco a poco, la mayor parte de los apóstoles y de los discípulos fueron reuniéndose allí. Las santas mujeres se dirigieron a la parte donde habitaba la Virgen... Las santas mujeres rezaron también con María junto a una lámpara. Cuando fue noche cerrada, Lázaro, Marta, la viuda de Naím, Dina la Samaritana y María la Sufanita, llegaron de Betania 65 • 64 P. Pablo,LaamargaPasión, 174-178. 65 C. López, La amarga Pasión de Cristo, 223s.
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