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LA MADRE DE JESUS SEGÚN A.K. EMMERICK 609 rodilla y sobre sus manos. María, en medio de la violencia de su dolor, no vio ni soldados ni verdugos; no vio más que a su querido Hijo: Se precipitó desde la puerta de la casa en medio de los soldados que maltrataban a Jesús, cayó de rodillas a su lado, y se abrazó a él. Yo oí estas palabras: "¡Hijo mío!" "¡Madre mía!" Pero no sé si realmente fueron pronunciadas, o sólo en el pensamiento. Hubo un momento de desorden: Juan y las Santas mujeres querían levantar a María. Los verdugos la injuriaban. Uno de ellos le dijo: "¿Mujer, qué vienes a hacer aquí?, si lo hubieras educado mejor, no estaría en nuestras manos. Algunos soldados tuvieron compasión. Sin embargo, echaron a la Virgen para atrás, pero ningún verdugo la tocó. Juan y las Santas mujeres la rodearon, y cayó como muerta sobre sus rodillas, encima de la piedra angular de la puerta a donde sus manos se imprimieron. Esta piedra, que era muy dura, fue transportada a la primera Iglesia católica, cerca de la piscina de Betesda, en el Obispado de Santiago el Menor. Los dos discípulos que estaban con la Madre de Jesús se la llevaron al interior de la casa y cerraron la puerta. Mientras tanto, los sayones levantaron a Jesús y le pusieron de otro modo la Cruz sobre los hombros. Los brazos de la Cruz se habían desatado. El uno de ellos había resbalado y se había cogido en las cuerdas. Este fue el que Jesús abrazó; de suerte, que por detrás todo el peso de la pieza arrastraba más por el suelo. Yo ví acá y allá en medio de la multitud que seguía la escolta profiriendo maldiciones e injurias, algunas mujeres cubiertas de sus velos y derramando lágrimas 54 • 10.12. Segunda y tercera palabra de Jesús A la sexta hora, según el modo de contar de los judíos, que corresponde a las doce y media, hubo un eclipse milagroso de sol...Como las tinieblas se aumentaban y la Cruz estaba abandonada de todos, excepto de María y de los más caros amigos del Salvador, Dimas levantó la cabeza hacia Jesús, y con una humilde esperanza le dijo: "Señor, acuérdate de mí cuanto estés en tu Reino".Jesús le respondió: "En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso". La Madre de Jesús, Magdalena, María Cleofás yJuan estaban cerca de la Cruz del Sal– vador mirándolo y María pedía interiormente que Jesús la dejara morir con ÉL El Salvador la miró con una ternura inefable y volviendo los ojos hacia Juan, dijo a María: "Mujer, éste es tu hijo". Después dijo a Juan: "Esta es tu madre". Juan abrazó respetuosamente al pie de la Cruz del redentor moribundo, a la Madre de Jesús que se volvía la suya. La Virgen Santísima se sintió tan acabada de dolor al oír estas últimas disposiciones de su Hijo, que cayó sin conocimiento en los brazos de las Santas mujeres que la llevaron a alguna distancia 55 • 54 P. Pablo, La amarga Pasión, 133-135. 55 P. Pablo, La amarga Pasión, 154.
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