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LA MADRE DEJESUS SEGÚN A.K. EMMERICK 601 1O. María en los episodios de la Pasión deJesús 10.1. María durante la Oración de Jesús en el Huerto Después de la Cena había poco movimiento en Jerusalén; los judíos estaban en sus casas, ocupados en los preparativos de la Fiesta; aquí y allá había algunos amigos y discípulos de Jesús que andaban y caminaban juntos, y parecían inquietos como si esperasen algún acontecimiento: La Madre del Señor, Magdalena, Marta, María, hija de Cleofás, María Salomé, habían ido desde el Cenáculo a la casa de María, madre de Marcos. María, asustada de lo que decían sobre Jesús, quiso salir al pueblo para saber noticias suyas. Lázaro, Nicodemo, José de Arimatea y algunos parientes de Hebrón, vinieron a verla para tranquilizarla. Pues habiendo tenido conocimiento de las tristes predicciones de Jesús en el Cená– culo, habían ido a informase a casa de los fariseos conocidos suyos, y no habían oído que se preparase ninguna tentativa contra Jesús, decían que el peligro no debía ser tan grande, que no atacarían al Señor tan cerca de la Fiesta; ellos no sabían nada de la tradición de Judas. María les habló de la agitación de éste en los últimos días, de qué manera había salido del Cenáculo, seguramente había ido a denunciar a aquél. Ella le había dicho con frecuencia que era un hijo de perdición. Las santas mujeres se volvie– ron a casa de María, madre de Marcos 38 • Cuando Jesús se encontró por segunda vez con los Apóstoles a las once y cuarto más o menos, "les rogó que consolasen a su Madre y también a Magdalena. No le respondieron, pues no sabían qué decir" 39 ; Juan y Santiago condujeron a Jesús a la gruta, y entró en ella. Durante la agonía de Jesús, ví a la Virgen Santísima llena de tristeza y de amargura en la casa de María, madre de Marcos. Estaba con Magdalena y María en casa, en el jardín, encorvada sobre una piedra y apoyada sobre sus rodillas. Muchas veces perdía el conocimiento, pues vio interiormente muchas cosas de la agonía de Jesús. Había enviado un mensajero a saber de él, y no pudiendo esperar su vuelta su fue inquieta con Magdalena y Salomé hasta el valle de Josafat. Iba cubierta con un velo y con frecuencia extendía sus brazos hacia el Monte de los Olivos, pues veían en espíritu a Jesús, bañado de un sudor de sangre, y parecía que con sus manos extendidas quería limpiar la cara de su Hijo. Ví estos impulsos de su alma ir hasta Jesús, que se acordó de su madre y la miró como 38 P. Pablo, La amarga Pasión, 42. 39 P. Pablo, La amarga Pasión, 49.

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