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504 MANUEL GONZÁLEZ GARCÍA Para presentar, si cabe, con más claridad, la grandeza de María recibida exclu– sivamente de Dios, san Lorenzo recurre una vez más al sol y a la luz: del mismo modo que el sol ilumina a la luna haciéndola semejante a él, así Dios, con su sola mirada, hizo que María fuera la criatura que más se le pareciera 6°. Conclusión El cántico del Magnificar ha sido interpretado diversamente a lo largo del tiempo. No es de extrañar, porque las palabras de María nos acercan al misterio del mismo Dios presente en los niveles más profundos de su mismidad. Hoy, quizá, se insista más en el compromiso de María con las situaciones de injusticia del mundo, especialmente si tenemos en cuenta los versículos 51-53. San Lorenzo no comentó estos versículos. Es María, y sólo ella, la que centra la aten– ción de san Lorenzo, porque ha acogido sin medida la salvación de Dios en su humildad y desde aquí brota su desbordamiento jubiloso que rompe los límites de su interioridad para expresarse en un canto de proclamación. María se hace canto para ser alabanza de Dios como sumisión y reconocimiento, como derramamiento de gratitud. En María todo está referido a Dios. María descubre que su grandeza es grandeza de Dios. Ella se reconoce grande, pero no en sí ni para sí, sino desde el Dios que la engrandece. La grandeza de María es grandeza de Dios. Cuando ella engrandece a Dios desde la propia humildad, descubre el sentido y la alegría de su vida porque Él ha colmado su existencia. San Lorenzo rastrea la alabanza de María en otras figuras y cantos del Anti– guo Testamento. Así, encontramos referencias, algunas brevísimas, a María, la hermana de Moisés 61 , Abigail 62 , Sara, Rebeca, Raquel, Débora, Ana 63 • María las supera a todas. El último mensaje y el más consolador que nos deja san Lorenzo es presentar a la Virgen como poderosísima, clementísima, liberal en extremo, humildísima y hermosísima para provecho del mundo entero, porque, como recogíamos en la 60 "Sicut enim sol solo aspectu suo lunam illuminat, sibique simillimam reddit, sed ad pu– blicam mundi totius utilitatem; ita Deus, summus sol sempiternae lucís, solo aspectu suo Virgi– nem Beatam sibi omnium creaturarum simillimam fecit, utique ad mundi totius utilitatem" (Opera omnia, 297, n. III; Maria!, 316, n. 3). 61 Opera omnia, 262, n. II; Maria!, 278, n. 2; Opera omnia, 270, n. I; Maria!, 287, n. l. 62 Opera omnia, 278, n. II; Maria!, 295, n. 2. 63 Opera omnia, 292, n. III; Maria!, 310, n. 3.

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