BCCCAP00000000000000000000881

116 JOSÉ LUIS ILLANES Et ad hoc ut solvatur quaestio ista, oportet ut sciatur sub qua ratione Deus cognoscit alía a se, et formatur sic quaestio" 8 • Trascendencia divina y conocimiento del singular Inmediatamente antes de la frase citada, Escoto ha apuntando, como dificul– tad para afirmar que Dios conoce algo distinto de Sí mismo, que ese hecho parece implicar que el intelecto divino tiene que dirigirse hacia ese objeto y en consecuen– cia Dios se subordina a algo distinto de Sí, lo que resulta inaceptable 9 • San Buena– ventura lo expresa con términos especialmente claros: "Sed contra [la posibilidad de que Dios conozca alia a se] opponitur rationem Philosophi in duodecim Meta– physicae: «Intelligibile est perfectio intellectus»; ergo si Deus intelligit aliud a se, intellectus eius perficitur ab alio; et si hoc, tune sequitur triplex inconveniens...". Limitémonos a citar el primero de ellos: "quod eius cognitio vilescit, cum perficia– tur a re minus nobili, quam sit Deus" 10 • Detrás de esas frases, las de los dos teólogos medievales y las de Aristóteles, está la consideración del conocer humano y, más concretamente, sea de su trascen– dencia sea de los límites que lo caracterizan. Trascendencia, porque el acto de conocer implica que el hombre no está encerrado en un mundo de sensaciones y sentimientos, sino que es capaz de ir más allá hasta tomar conciencia de sí y del mundo y por tanto percibir a lo otro en cuanto otro y estar en condiciones de captar su esencia y sus cualidades. Límites, porque para llegar a esa meta, la inte– ligencia debe abrirse a lo que es distinto de ella misma, permitir que lo distinto de ella misma le afecte y la enriquezca. Esa limitación debe ser excluida del conocer divino, ya que Dios no puede someterse a lo que es distinto de Él mismo ni necesita que otras realidades le enri– quezcan. Una conclusión se impone: el objeto propio del conocer divino no puede 8 Juan Duns Escoto, Rep.Par., lb. 1, d. 36, q. 1 (en Opera omnia. Editio minor, II/2, a cura di Giovanni Lauriola, Alberobello, 1999, 433). 9 Aquí, y en todo cuanto sigue, no es nuestra intención exponer en detalle la doctrina de los amores que citaremos -nos centraremos en san Buenaventura y santo Tomás de Aquino-, sino sólo señalar lo que nos parece que constituye el ritmo substancial del pensamiento teoló– gico medieval, y ello en orden al tema que nos ocupa: la crítica al deísmo y sus presupuestos. De ahí que no nos detendremos a poner de manifiesto las diferencias de matiz entre unos y otros, sino que procederemos de forma lineal. 10 Buenaventura, In I Sent., d. 39, art. 1, q. 1 (ed. Quaracchi, I, 685).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz