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126 JOSÉ LUIS ILLANES Forzando algo los términos puede afirmarse que para Duns Escoto, pro statu isto, es decir, después del pecado original y de las implicaciones que ese pecado tuvo respecto al proceder de la inteligencia humana 33 , la razón tiende hacia el deísmo o, al menos, hacia posiciones que se le asemejan. El deísmo aparece así no sólo como un modo de pensar que se ha manifestado en diversos momentos a lo largo de la historia humana, sino como una tendencia casi espontánea de la razón tal y como ha quedado herida después del pecado. En el trasfondo de la posición escotista está, sin duda, junto a otros factores, el deseo de subrayar la trascendencia y novedad del cristianismo; de proclamar el gran don que implica esa revelación del amor divino que atraviesa toda la epopeya de bíblica hasta encontrar su culminación en la muerte y resurrección de Cristo, en el hecho de que Dios Padre haya entregado a su Hijo a la muerte para salvación del hombre. En ese momento cumbre de la historia que tuvo lugar en el calvario, la realidad del Dios vivo y la profundidad de su amor se manifestaron por entero, y se hizo patente ante la mirada humana, de manera suprema e irrefragable, que la historia no está gobernada por la necesidad, sino por una libertad y un amor que llegan hasta la entrega. En esta honda visión de la libertad y del amor divinos -y en consecuencia de la libertad que Dios concede al hombre y del amor que le ofrece y al que le llama– coincide la totalidad de la tradición cristiana. Escoto no se equivoca cuando se sitúa en esa línea, pero, al plantear la tesis recién mencionada, da un paso que lo aleja de los maestros que le preceden y le hace entrar en contradicciñon con ellos. Para Escoto, en efecto, pro statu isto, entre el proceder de la razón y de la fe hay, en el punto concreto que nos ocupa, sino ruptura en el sentido fuerte de la palabra. Para Buenaventura y Tomás de Aquino hay, ciertamente, trascendencia e incluso -si se quiere hablar con un lenguaje inspirado en Kierkegaard- salto, pero no ruptura. La fe va más allá de la razón ya que da a conocer un amor divino que la inteligencia humana no podía alcanzar, pero se trata de un amor que esa misma 33 No se olvide en efecto que para Escoto el pecado original ha modificado profunda– mente el status de la inteligencia humana. Antes del pecado al hombre le era dado tener un conocimiento intuitivo de la propia esencia. Después del pecado, el intelecto posible necesita ser movido por el intelecto agente y por la especie expresa formada a partir del conocimiento sensible. Ha habido, pues, un cambio en el objeto propio de la inteligencia humana, que ha pasado de depender del conocimiento sensible, tesis que, si bien no conduce directamente a la distinción entre los dos sentidos de la omnipotencia ya mencionados, no deja de tener algún influjo, al menos remoto, a este respecto.

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