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78 SATURNINO RUIZ DE LOIZAGA pensadores de las Órdenes religiosas del siglo XIII, como vamos a tener, en parte, ocasión de evidenciar. Es un hecho que Buenaventura, General de la Orden, en el año 1269, llamaba la atención a todos los ministros provinciales para que dedicaran a la predicación de la cruzada, solicitando e instando una vez más para que los príncipes y sobera– nos se involucraran a tomar parte en la misma 19 • De manera que, en aquel claro amanecer de la vida franciscana, nos ha dejado en herencia algunos grandes controversistas, totalmente dedicados a los fines de un apostolado de conquista doctrinal, como Rogelio Bacón, Raimundo Lulio, Rai– mundo de Peñafort y tantos otros frailes consagrados a la nobilísima tarea de so– stener como fuera la verdad frente a toda clase de errores. La idea misional se abre paso en la Iglesia en concurrencia o concomitancia con la idea de la Cruzada bajo la dirección de la Santa Sede. Los mismos papas que multiplican las exhortaciones a la guerra santa, como Inocencio IIFº, Honorio III, Gregorio IX e Inocencio IV, son decididos promotores del movimiento misione– ro. Al parecer no ven contradicción entre la idea de convertir a los infieles y la de hacerles la guerra, entre el concepto de misión y el de cruzada. Honorio III solicita de Miramamolín que facilite el ejercicio del culto cristiano a los fieles de su reino 21 • En la mente de los papas no se trataría de conversión forzosa, sino que la cru– zada podía ser útil para dominar y abrir un país rebelde a la misión pacifica, que a su vez, debía llevar a la conversión. La conversión y la misión podían así conver– tirse en fines de la cruzada, lo que ampliaba el campo temático de ésta. Gregorio IX afirma que, a los ojos del Redentor, tan bueno es convertir a los infieles como reprimir por las armas la perfidia de los sarracenos. Por eso concedió a los misioneros dominicos y franciscanos destacados en ultramar la indulgencia de cruzada 22 • 19 G. Golubovich, Biblioteca bio-bibliografica di Terra Santa e del!' Oriente.francescano, t. l: 1215-1300, Quaracchi 1906, 270. 20 El canon 3 del concilio de Letrán IV (1215) era explícito: "los católicos que, habiendo tomado la cruz, se hayan armado para expulsar a los herejes, gozarán de la indulgencia y serán protegidos por el santo privilegio que se concede a quienes van en socorro de Tierra Santa, cf. G. Alberigo, Les Conciles oecuméniques, t. II/ 1,495. 21 Bula "Expedire tibi non", del 5 de sept. 1219, (Reg. Vat. 10, fol. 127v). Cf. D. Mansilla, La documentación Pontificia de Honorio III (1216-1227), Roma 1965, n. 242, 184-185. 22 Bula "Crecientes quod non", del 4 de marzo 1238, cf. E. Sáinz Ripa, La documentación pontificia de Gregorio IX (1227-1241), Roma 2001, n. 894, 304-305.

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