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76 SATURNINO RUIZ DE LOIZAGA siones mendicantes en los países musulmanes fueron más propensas a colmar el cielo de mártires cristianos que a poblar la tierra de musulmanes conversos" 13 • La comunidad minorítica entre tanto, se había incrementado enormemente en breve tiempo, se preguntaba sobre la fisonomía y sobre su destino del la Orden: algunos consideran como un deber diseñar sobre el modelo monástico y canonical, se pedía, pues, una cierta organización y disciplina, una regla 14 • Probablemente en 1221, en el capítulo llamado de las Esteras, después del re– greso de Francisco de Oriente y después de la reestructuración querida por Ho– norio III, un gran número de frailes se acogían en torno a san Francisco. Surgieron los contrastes también relativamente a las primeras experiencias misionadas. La fraternidad comenzaba a pensar cómo una Orden en expansión y en su desarrollo y necesitaba siempre más que de acomodos adecuados, remedios y formas organi– zativas. Más tarde, en efecto, se establecerán los primeros destinos, las divisiones de las circunscripciones territoriales. Así pues, en la división de la Orden en provincias, es decir, en la división del campo de trabajo hecha en 1217, se estableció la provincia de Tierra Santa; fray Elías fue encargado de fundarla y organizarla. No nos podemos olvidar de que la provincia minorítica de Palestina en el siglo XIII se extendió más bien en las tierras donde estaban los cruzados, de manera que cuando sus dominios de nuevo conquistados por los sarracenos, cesó temporalmente la misión fundada por san Francisco y Elías. La Custodia franciscana de los lugares santos, se originó gracias a la magnanimidad y esfuerzos de la monarquía del reino de Nápoles, Roberto y Sancha y el apoyo y anuencia del papa Clemente VI en el año 1342. Desde enton– ces los frailes Menores han permanecido en la Custodia y en los principales san– tuarios si bien pagando el precio de innumerables sacrificios y de mucha sangre. En 13 B. Kedar, Crusade and Mission: European Approaches toward the Muslims, Princeton 1984, 155. "La cruzada pacífica contra el Islam, iniciada por san Francisco, es toda una historia roja de martirio, auténtica palestra de perfección minorítica. Escasísimo, casi nulo, fue el fruto de con– versiones; ni era éste el éxito soñado por los intrépidos misioneros que partían para las misiones africanas, muchas veces haciendo valer ante sus superiores su derecho a buscarse el martirio, y siempre provocando audazmente el fanatismo de los evangelizados", L. Iriarte, Historia Fran– ciscana, Valencia 1979, 180. San Francisco no habló nunca de esta aventura con el Sultán, como de la aventura del Oriente; este silencio puede ser interpretado como la confesión de una derrota. 14 Cf. Compilatio assisiensis, cap. 18, en FF, 1497-1498.

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