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LOS FRANCISCANOS Y EL ISLAM 101 forma de vida monástica y determinando de este modo una espiritualidad típica de las órdenes religiosas militares. Bernardo se empeña en predicar la segunda Cruzada tras la caída del condado de Edesa. Los cistercienses habían hecho lo posible preparando espiritualmente a la cristiandad a la segunda cruzada (1146-1149), nacida por invitación expresa del papa Eugenio III, también él cisterciense. Y si bien aceptaba la superioridad de la vida claustral contemplativa, que es la guerra cotidiana contra sí mismo, Bernardo buscaba y ponía también en relieve el aspecto religioso de las cruzadas. De modo que exhortaba insistentemente al papa, que dudaba, a hacer uso de la doble espada, la espada espiritual y la espada material para liberar la Tierra Santa. Ante el Gran Maestro de los Templarios de Jerusalén Bernardo ensalzando la guerra, dice: Guerra santa contra los enemigos de la cruz de Cristo. [...] Si un soldado muere com– batiendo por Cristo, puede estar seguro de la gloria eterna, pues su acción glorifica a Cristo 9 5 • Pero, a pesar de su desdén por las armas de la lógica, en Bernardo no eran el odio ni el orgullo quienes le guiaban, sino la viveza de su temperamento y su amor apasionado de la verdad. Sus violencias no partían del fondo del corazón; sus iras eran iras sin hiel. Una bondad fundamental inspiraba su conducta. Se dijo de él que nunca asistió a un entierro, aunque fuese de una persona extraña, sin llorar. Los herejes, los judíos, los mismos mahometanos encuentran gracia a sus ojos, con tal de que no ataquen a la Iglesia, esposa de Cristo, a quien adora 96 • Incluso un hombre de Dios, como san Bernardo, que supo defender tan bien a los hebreos, se le escapan en sus escritos expresiones bien críticas y censurables hoy en lo que se refiere a los sarracenos. Así en un escrito dirigido a los Templarios, justifica una cierta violencia. El monje-soldado tenía que cumplir su propio deber: Ciertamente, cuando mata a un malhechor, no pasa por un homicida; antes bien, si me es permitido hablar así, por un malicida; por el justo vengador de Jesucristo en la persona de los pecadores y por el legítimo defensor de los cristianos 97 • 95 Bernardo, De la excelencia de la Nueva Milicia, cap. 3, n. 4, en Obras completas de San Bernardo, II (BAC, 130), Madrid 1955, 857-858. El original latino: Tractatus de nova militia seu exhortatio admilites Templi, PL 182, 921-939; S. Bernardi, Opera, t. III: Tractatus et opuscu– la, ed.J. Leclercq, Romae 1963, 217. 96 J. Pérez de Urbel,Año cristiano, tomo 2, Madrid 1959, 319. 97 Bernardo,DelaExcelencia de la Nueva Milicia (BAC, 130), Madrid 1955, 857.

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