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LOS FRANCISCANOS Y EL ISLAM 95 3. Precisamente Escoto, anclado en esa línea coherente de amor a los princi– pios de la Iglesia, la condena por parte de la Universidad de París de una serie de errores contra las verdades cristianas, unido a sus razonables prejuicios respecto de la religión musulmana, no podía menos que evocarlos en sus escritos. Así, Escoto disertando acerca de la verdad y credibilidad de la Sagrada Escritura, como de la re– velación y de la religión cristiana y católica, en contraposición con los principios de la religión musulmana, nos dice al respecto: - Diversas herejías: En torno a esta cuestión hay un sinnúmero de herejías que reprueban total o parcial– mente la Sagrada Escritura, como es de ver en los libros De haeresibus, de san Agustín y de san Juan Damasceno. Algunos herejes, en efecto, niegan en bloque toda la Escri– tura. Otros, y según el libro De utilitate credendi, son lo maniqueos, desaprueban el Antiguo Testamento, obra, a lo que piensan, del principio malo. Otros, como los judíos, admiten solamente el Antiguo Testamento. Otros, los sarracenos, aceptan ciertas partículas de ambos Testamentos, con las que amasó incontables inmundicias el inmundo Mahoma. Y otros, por último, amputan pasajes del Nuevo Testamento, caso que ocurre con los herejes de diversa procedencia, los cuales para fundamento de sus errores echan mano de varias sentencias de la Sagrada Escritura interpretadas a su talante... 81 • - Irracionalidad de los errores: En cuanto al sexto procedimiento, que es la irracionabilidad de cada uno de los erro– res, se prueba pasando revista sobre ellos. ¿Qué podrán alegar, en efecto, los paganos en pro de su idolatría, adorando como adoran las obras de sus manos carentes en absoluto de toda divinidad, como consta suficientemente por los filósofos? - ¿Y, qué aducirán en defensa de sus escrituras los sarracenos, discípulos de aquel vilísimo puerco Mahoma, los cuales esperan como objeto de bienaventuranza lo que compete a los asnos y a los puercos, es decir, la satisfacción de la gula y del instinto sensual? Es Avicena - casi partidario de esta secta - quien, IX Metaphysicae, desprecia la promesa del paraíso mahometano, admitiendo otro fin más perfecto y más conveniente al hombre cuando dice: "Nuestra ley, que se nos dio por Mahoma, pone de manifiesto cómo la miseria corporal se ordena a la felicidad según el cuerpo, pero existe también promesa que se aprehende mediante el entendimiento" 82 • 81 Ioannes Duns Scotus, Ord., pro!., pars 2, q. única, n. 99, (ed. Scot., I, 60-61). 82 Ioannes Duns Scotus, Ord., pro!., pars 2, q. única, n. 109, (ed. Scot., I, 71-72).

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