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CONVERSACIÓN 17 rendas, más de seiscientas cincuenta recensiones de libros y varios cientos de artí– culos de divulgación religiosa. El P. Bernardino de Armellada, durante el periodo de tiempo de su estancia en el Instituto Histórico de la Orden, ha ejercido distintas responsabilidades, com– binándolas con sus estudios, y además ha participado como traductor en los capí– tulos generales de la Orden y en otros encuentros internacionales celebrados en estas últimas décadas. De 1993 a 1997 fue nombrado vicepostulador de la causa de beatificación de los Mártires Capuchinos de Castilla (mártires de la guerra civil española de 1936); entre 1996 y 1999 ejerció como vicepresidente del mismo Instituto Histórico y en 1998 fue designado miembro de la Sociedad Mariológica Española. Pertenece también a la Sociedad Escotista Internacional y a la comisión que sigue publicando las obras del ilustre y sutil beato. No me queda más que desearle, no con un soneto, porque él es maestro consumado de tal métrica, tanto en español cervantino como en latín ciceroniano, pero sí en la lengua del Lacio: ¡Ad multos annos! Transcribimos a continuación la entrevista hecha al P. Bernardino de Arme– llada, en la que él mismo desarrolla su recorrido vital, intelectual y teológico. Fr. J.Á. Echeverrfa: P. Bernardino ¿qué recuerdos conserva más vivos de su familia e infancia en Armellada (León) y de su adolescencia en el seminario de El Pardo? P. Bernardino de Armellada: En mi familia de labradores ni pobres ni ricos, yo fui el cuarto hermano de ocho, siete años distanciado del siguiente. Por eso fui durante siete años el pequeño de la casa. Con seis años comencé en la escuela del pueblo la carrera de estudios que sigue hasta hoy. A los siete años era ya mona– guillo. Los tres años de guerra civil apenas si los percibí fuera de la escuela, donde al escribir poníamos la fecha con la añadidura de "primer... año triunfal". Parece que yo era bastante aplicado. Recuerdo que el maestro -D. Marcos Antón Caminero– le dijo a mi padre: "A este rapaz hay que estudiarle', es decir "mandarlo a estudiar a algún colegio". Esto, en el contexto social de la época, significaba normalmente "mandarle a algún seminario". El más conocido en el pueblo era el de los Capu– chinos de El Pardo (Madrid), a donde habían ido otros chicos del pueblo. Y allí fui a los doce años, estudiando los cinco años de humanidades hasta la entrada en el

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