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112 BERNARDINO DE ARMELLA.DA Su puede, sin embargo, preguntar todavía, si tal coincidencia es mera– mente casual desde actitudes diversas o si corresponde al talante mismo de Guillermo de Ockham, quien se revelaría espiríritu genuinamente franciscano. J. Lortz, en el escrito arriba citado, se pronuncia decididámente contra esta segunda posibilidad. El significado de Ockham, advierte, no estaría tanto en sus tesis particulares, cuanto en la forma de su pensamiento 25 • En principio, razona el conspicuo historiador, "se puede hablar de actitud fundamentalmente fran– ciscana cuando el esfuerzo total de un pensador con tal ímpetu como en Ockham, se propone enseñar a Dios solo y su omnipotencia, excluyendo en él toda limitación. Podría ser franciscano, acumular sin duelo milagros y más mi– lagros para alabar la grandeza de Dios. Pero si esto supuestamente franciscano lo medimos con el único prototipo realmente válido, Francisco, entonces se hace necesario aplicar restricciones importantes a esas afirmaciones. Francisco y cada una de sus expresiones son centralmente religiosos. Y cuando ya el saber puramente abstracto tuvo legítimamente acceso al ser y doctrina franciscanos, lo hizo entonces sólo con y dentro de la forma de lo religioso y santo, como, por ejemplo, en Buenaventura. Mientras que al discur– so voraz de Ockham, a su afán triturador y a su suposición, sirve claramente de base de modo tan radical la confianza en ese arte magistral, se manifiesta (obje– tivamente!) una tan fuerte soberbia del querer y poder saber, que Francisco habría denunciado sin duda la total contradicción (con su propio espíritu)" 26 • 25 ''Denn starker, als es bei den groBen Systematikem des 13. Jahrhunderts... liegt seine Bedeutung (in der Theologie) nicht so sehr in den einzelnen Thesen als in der Art seines Denkens",J. Lortz, Einleitung, XXIII. 26 "Man kann es eine franziskanische Grundeinstellung nennen, wenn das ganze Streben eines Denkers in solcher Wucht wie bei Ockham darauf aus ist, nur Gott und seine Allmacht zu lehren und jede Begrenzung von ihm fernzuhalten. Es kann franziskanisch sein, wenn jemand leichter Hand die Wunder lauft und nochmals hauft, um die GréiBe Gottes zu preisen. Aber wenn wir das, was franziskanisch sein soll, an dem einzigen wirklich geltenden Urtyp, an Franziskus messen, dann sind erhebliche Einschriinkungen an jenen Behauptungen anzubringen. Franziskus und jede seiner AuBerungen sind zentral religiéis. Und wenn schon das rein abstrakte Wissen legitim in das franziskanische Sein und Lehren Eingang gefunden hat, dann doch nur mit und innerhalb der Form des Religiéisen und Heiligen, wie etwa bei Bonaventura. Dem unersiittlichen Reden und Zerpflücken und Supponieren Ockhams aber liegt offenbar so stark eben das Vertrauen auf diese magistrale Kunst zugrunde, es iiuBert sich (objektiv!) cine so
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