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OCKHAM EN LA ESPIRITUALIDAD DEL SIGLOXIV 97 de los aii.os 1315-1317, experimentaron un descenso cada·vez mas acentuado. Las manufacturas de Flandes e Italia fueron perdiendo calidad y mercado. Las bancarrotas, iniciadas con el fracaso de los Buonsignori de Siena (1298), culmi– naron con el colapso de los grandes bancos de Florencia (1340-1341). A esto si uni6 el flagelo terrible de la Peste Negra (1346-53), que acarre6 la muerte a un tercio de la poblaci6n europea y dej6 a los supervivientes sumergidos en un escepticismo paralizante y de dificil recuperaci6n. La inquietud popular se ma– nifestaba en asaltos al poder, corno el deJacques de Artevelde en Gante (1337), Cola di Rienzo en Roma (1347), Etienne Marcel en Paris (1357). Fueron mo– vimientos que, habiendo comenzado con el apoyo del pueblo, acabarian victi– mas de las reacciones violentas de la misma poblaci6n anteriormente amiga. En suma, se puede decir que el siglo XIV es un ejemplo especialmente intenso del proceso dialéctico de inercia y reacci6n que caracteriza la marcha de la historia. Aqui concretamente se vive la confrontaci6n de un escepticismo realista con las construcciones sistematicas filos6fi.co -teol6gicas y politicas del siglo XIII, cuya grandiosidad teorica se perdia en el campo abstracto de los conceptos universales sin aterrizar en la realidad torturada del concreto. Este concreto se imponia implacable con la amenaza de hacer perder los idealismos de una visi6n trascendente que los sistemas clasicos pensaban poder garanti.zar, corno corroborante de la fe religiosa. Con todas las limitaciones y deficiencias que conlleva cualquier tentativa de reducir a esquemas la inaferrable densidad de la vida, éste seria - al menos parcialmente - el esqueleto del siglo en cuya primera rnitad vivi6 y trabaj6 el hombre de inteligencia excepcional llamado Guillermo de Ockham. La segunda mitad del siglo y los siglos sucesivos no podran dejar aparte su personalidad de intelectual critico, de franciscano convencido, de cat6lico re– belde, paradigma de una evoluci6n que la historia se esfuerza por explicar. De– nigrarlo durante siglos desde el que podriamos llamar pa.tapeto de una doctrina que se consideraba la unica solidamente cat6lica, "hoy se estudian con serenidad y apertura sus ideas y el ambiente hist6rico para encontrar las razones que de– terrninaron su pensamiento y sus actitudes, no solo para descubrir el equilibrio justo entre la aprobaci6n y la condena, sino, sobre todo, para constatar los as– pectos en que su reacci6n genia! era una respuesta coherente con los signos de los tiempos. Valgan algunas citas al respecto. La primera la tomamos de la in– troducci6n al capitulo sobre Ockham y la "via moderna" de la Historia de la Iglesia
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