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OCKHAM EN LA ESPIRITUALIDAD DEL SIGLO XIV 101 animos de los espirituales, en espera de una nueva Iglesia, reformada, "pobre y espiritual". Tornando distancia de todo ese movimiento radical, Clemente V, con su declaraci6n de la Regla Exivi de Paradiso (6 mayo 1312), al tiempo que solici– taba de todos la observancia fiel de la Regla, la obediencia y la uni6n fraterna, confirm6 la vida y las actividades de la "Comunidad" de la Orden. En la raiz de las diferencias entre "Comunidad" y "Espirituales" estaba el evidente contraste entre el ideal de los segundos en su forma nativa y rigurosa, que implicaba e1 hero.fsmo de su observancia a la !etra, y, por parte de la "Comunidad", una concepci6n mitigada de la profesi6n de la pobreza, sin contradecir la Regla, que se interpretaba de manera accesible y adaptable a los tiempos, a las circunstancias, a las personas, a las nuevas actividades de la Or– den. Se puede decir que el choque se acrecentaba con la ignorancia y obstina– ci6n de muchos "espirituales", unido a una reacci6n demasiado violenta de la "Comunidad" contra los mismos. De cualquier modo que se considere todo elio, se presenta el hecho de que el movimiento de los "espirituales" se encontr6 con la condenaci6n de parte de Juan XXII (1316-1334) mediante tres intervenciones: con la constituci6n Quo– -rumdam exigit (1317), que anunciaba la condenaci6n; con la bula Sancta romana (1317), que condenaba a todos los espirituales; con la bula Gloriosam Ecclesiam (1318), que condenaba y excomulgaba a los rebeldes refugiados en Sicilia, bajo la protecci6n del rey de la isla, Federico III de Arag6n. Otra controversia, siempre en cuesti6n de pobreza, surgi6 entonces, pero enfocada desde el punto de vista doctrinal, concretamente referida a la pobreza de Cristo y los Ap6stoles. El Capitulo Genera!, reunido en Perusa en Pente– costés de 1322, declar6 solemnemente sana y cat6lica doctrina creer que Cristo y los Ap6stoles no poseyeron nada, segun la declaraci6n de Nicolas III, alabada por el mìsmo Juan XXII corno "moderada, solida, lucida, muy sabiamente ela– borada". Entonces el Papa reaccion6 con la conscituci6n Cum inter nonnullos (1323), en que se declaraba herética la doctrina que sostenfa que Cristo y los Ap6stoles ni en comun ni en particular poseyeron nada, sino que tuvieron so– lamente cl simple uso de las cosas. Mienttas la mayorfa de los franciscanos se sometieron a la decisi6n papal, otros se aferraron a la opinì6n de que Juan XXII habfa caido en herejia. De este modo se pasaron a las filas de los enemigos del Papa, entre los cuales se hallaba
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