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LA VOCACIÓN MISIONERA ENTRE LOS CAPUCHINOS ESPAÑOLES 433 españoles, habíase producido una explosión masiva de vocaciones misioneras, que arrolló a los superiores provinciales 14 • Este entusias– mo mantúvose encendido durante un siglo con sus inevitables alti– bajos e intermitencias. Un ejemplo lo ofrece la provincia de Na– varra y Cantabria, que en 1729 era puesta en vibración por la palabra de un sencillo hermano lego, fray Silvestre de Corella, vuelto de las reducciones de Cumaná. El capítulo provincial de aquel año clamó unánimemente por una misión propia, que corriese por cuenta de la provincia (hasta entonces los navarros venían colaborando con arago– neses y andaluces en las misiones de éstos). Varias gestiones reali– zadas ante el Consejo de Indias no obtuvieron sino buenas palabras. Entre tanto los capítulos provinciales seguían urgiendo. En 1740 el provincial, Celedonio de Calahorra, dirigía al Consejo un nuevo me– morial exponiendo : « Que el ardiente celo de la convers10n de los infieles a la Santa, Católica, Apostólica y verdadera Religión, que reside encendido en los corazones de los Religiosos de su seráfica citada provincia, le ha hecho al suplicante en sus capítulos y congregaciones repetidas fer– vorosas instancias para ser empleados en misiones de la América, a imitación de las provincias de capuchinos de España, que en las Indias de vuestra Majestad hace más de un siglo las ejercen con notorios acrecentamientos de la Iglesia Católica, a costa de trabajos, sudores, sangre y vidas de muchos capuchinos sacrificados por los infieles en odio de nuestra santa fe. A cuyas piadosas instantes súpli– cas atendiendo, y teniendo presente lo que nuestro seráfico Patriarca san Francisco encarga en su evangélica Regla a los Ministros Provin– ciales y demás Prelados Mayores sobre el enviar a convertir infieles a sus frailes, ha determinado consolar a los religiosos de su citada provincia, en quienes tiene observado el santo celo de tan apostólico ministerio, recurriendo como recurre por el presente humilde memo– rial a vuestra Majestad, suplicando con el mayor encarecimiento y con la más respetuosa instancia se digne la siempre católica clemencia de vuestra Majestad asignar en dicha América territorios para la Mi– sión de la referida provincia... ». Indica las regiones que, según sus noticias, no están todavía evangelizadas : « los indios bravos de la provincia de Texas en Nueva España», « los indios Orejones en el Perú», « el dilatadísimo territorio de Urabá » 15 • El memorial del P. Celedonio tuvo que esperar todavía entre los papeles de la secretaría del Consejo hasta que en 1748 llegaron infor– mes de que las misiones de Santa Marta, Río Hacha y Maracaibo, confiadas a los capuchinos valencianos, no estaban bien atendidas 14 MELCHOR DE P0BLADURA, O.F.M.Cap., Génesis del movimiento misional en las provincias capuchinas de España (1618-1650), en Estud.Franc. 50(1949) 209-230, 353-385; LÁZARO DE ASPURZ, Redin, soldado y misionero, Madrid 1951, 168-202. 15 AGI, 74-1-1.

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