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LA VOCACIÓN MISIONERA ENTRE LOS CAPUCHINOS ESPAÑOLES 449 No estuvo ocioso su espíritu de iniciativa ni su preocupación por las misiones. La entrada de que gozaba en la corte y su paren– tesco con el nuevo ministro de Indias don Antonio Porlier le abría las puertas para cualquier gestión. En 1789 presentóse con nuevos proyectos ante el Consejo, asesorado por el P. José Bernardo de Espe– ra, que cesaba en el cargo de procurador general de las misiones, religioso de clara inteligencia y con vocación de organizador, pero calificado por los señores del Consejo como « hombre caviloso». El memorial, fechado el 24 de octubre de 1789, comenzaba dicien– do que todas las misiones capuchinas de América se hallaban « en un decadente estado por falta de misioneros apostólicos »; de la misma penuria estaban aquejados el hospicio de Santa Fe, el con– vento del Socorro y el colegio de La Habana, « que se habrán de abandonar, aun antes que se acaben de edificar, por falta de operarios evangélicos, como también los colegios de misioneros establecidos en España... ». En la primera redacción del documento exponía una idea que, en su opinión y en la del procurador general de Indias, resolvería de plano el problema: imponer en todas las provincias españolas el « cuarto voto de ir a misiones » a todos los que en adelante pro– fesaran. Movióle a hacer esta proposición el haber sabido que había algún colegio de misioneros de la Observancia en que se emitía dicho cuarto voto. Tanteó el terreno, y luego se percató de que el procedi– miento chocaba demasiado con la mentalidad existente tanto dentro como fuera de la Orden. La opinión del Consejo fue de repulsa inmediata, primero por– que la falta de vocaciones misioneras no era tan apremiante que hubiera que recurrir a tales extremos, y en segundo lugar por lo improcedente del sistema: « No consta en el archivo de Secretaría que se hayan pedido misione– ros capuchinos y no se hayan aprontado, ni que entre ellos reinen las parcialidades y disturbios que se han visto entre otros religiosos de aquellos colegios. Por consiguiente no se halla necesidad de hacer el cuarto voto, que se juzga sería violento e injusto, ni de tomar nuevas providencias cuando basta el presente método ». Entre bastidores pudo escuchar el P. Miguel otra especie que hacía particularmente sospechoso y mal mirado lo del cuarto voto: « lo hacían los jesuítas » 41 • Así pues, resolvióse a retirar su propuesta Arequipa en 1781 y su renuncia en 1786 en el Archivo de la Embajada Esp. cerca de la santa Sede, leg. 231, f.61-71; 265, f.175-222; 267, f.170s; 352, f.81, 89. 41 No era la primera vez que se apuntaba en España el recurso al cuarto voto de misiones en las órdenes religiosas; ya Solórzano había dado su parecer sobre la con– veniencia de adoptarlo como se había hecho en Portugal; había vuelto a insinuarse en el siglo XVIII. Cf. O. MAAs, loco cit. 18(1917) 210.

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