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428 L!\ZARO DE ASPURZ seguían a cargo del personal llegado de Europa 1 • Para el reclutamiento y la formación de esos misioneros de avanzada se instituyeron, desde la segunda mitad del siglo XVII, los colegios de misiones en la Orden franciscana, imitados después por las demás órdenes misioneras. La historia de estos centros de fervor monástico y de gran irradiación apostólica es tal vez el capítulo más importante, inédito en gran parte hasta el presente, del siglo XVIII misionero. l. - CRISIS VOCACIONAL EN EL REINADO DE CARLOS III La labor estrictamente misional estuvo tan lejos de disminuir en intensidad en los dominios del patronato regio español, que el promedio anual de religiosos embarcados para ultramar fue aumen– tando progresivamente: en el siglo XVI había sido de 80 a 90 reli– giosos, en el XVII de algo más de 100, en la segunda mitad del XVIII pasó a 130. De un cómputo oficial que se hizo en 1776, con el fin de determinar el número que el Consejo de Indias debía conceder a las distintas órdenes, resulta que, en el corto espacio de 25 años, pasaron solamente a la América española más de 3.400 religiosos, es decir, una media de 135 al año: 1.363 franciscanos observantes y descalzos, 300 capuchinos, 451 dominicos, 291 agustinos calzados, 246 agustinos recoletos, 1.586 jesuitas (desde 1730 a 1767) 2 • El reinado de Carlos III (1759-1788), beneficioso bajo muchos aspectos para el desarrollo económico y administrativo de las pose– siones de América, conoció asimismo un aumento en las necesidades del personal misionero, aumento que adquirió caracteres de crisis con la expulsión de la Compañía de Jesús. En 1767/68 tuvieron que salir de América y Filipinas 2.617 jesuitas. Aparte del golpe que suponía para la labor de la Iglesia en las ciudades de la colonia la clausura o cambio de dirección de un centenar de colegios, varias universidades y una veintena de seminarios, piénsese en el problema que creaba la mera asistencia espiritual de los 470.000 indios neófitos que sumaban los abandonados en las misiones vivas por los misione– ros extinguidos: 62.588 en las del Marañón y los Mojos (Perú), 122.000 en las de California, Sonora y Tarahumara (Nueva España), 113.716 en las de Chiquitos, Guaraní, El Chaco y Pampas (Paraguay y Río de la Plata), 7.718 en las de Araucanía y Chiloé (Chile), 165.000 en las de Carolinas, Marianas y Mindanao (Filipinas)ª. 1 Cf. LÁZARO DE ASPURZ, O.F.M.Cap., Magnitud del esfuerzo 1nisionero de España. Hacia una estadlstica de las misiones españolas de la época imperial, en Missionalia Hisp. 3(1946) 99-173. 2 « Cómputo de los que convendría enviar cada año de cada Religión, según los pasados en veinticinco años» (Arch. Gen. de Indias [= AGI], Indiferente, 2979). 3 A. HuoNDER, S.J., Deutsche Jesuitenmissioniire des 17. und 18. Jahrhunderts, Freiburg im Br. 1899, 105-166.
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