BCCCAP00000000000000000000858

LA VOCACIÓN MISIONERA ENTRE LOS CAPUCHINOS ESPAÑOLES 439 en la divina bondad y en que nuestros muy amados súbditos, deseando seriamente el salvarse [falta un inciso en el texto impreso], dirijo a todos, y con especialidad a los Padres sacerdotes y predicadores, esta mi carta exhortatoria... ». Hace un fervoroso reclamo a la caridad de Jesucristo, que obliga a la correspondencia de amor y a la entrega al bien del prójimo por amor a Él, y vuelve a la carga con la dolorosa extrañeza que le causa « el ningún efecto favorable que hasta ahora han tenido las repetidas cartas circulares..., y las eficaces instancias con que la piedad de nuestro Augusto Católico Monarca nos pide, por medio de su Minis– tro de Indias Señor D. José Gálvez, que proporcionemos un compe– tente número de religiosos... Estas exhortaciones, de que en los tiem– pos pasados bastaba una sola para mover los ánimos de muchos en número exorbitante, las vemos casi del todo inútiles en los presentes aun para juntar los muy precisos, en los pocos que se nos habían pedido, para una empresa tan propia de nuestro sagrado instituto, como inseparable de nuestro carácter y ministerio... No sabemos ya qué responder a las repetidas reales órdenes, que sobre este particular se nos comunican. A éstas se añade la que novísimamente, a nombre de S.M. (que Dios guarde), nos ha dirigido su Ministro sobre el estable– cimiento o fundación de un Convento en cualidad de Seminario de Mi– sioneros para el Arzobispado y Reino de Santa Fe, con la notable cláusula de hallarse el Monarca muy particularmente empeñado por gravísimos motivos que para ello le asisten. Esta real determinación nos es forzoso manifestarla a VV.PP ., por más que recelemos sea igual– mente desatendida que las precedentes... ». Tras esta introducción pasa a exponer el argumento de la exhor– tación; viene a resultar un verdadero tratado sobre la vocación misionera, que no creemos tenga paralelo en la literatura de la época: « La obligación gravísima en que se hallan los religiosos, y lo infun– dado de los motivos o pretextos con que se excusan de cumplirla ». La primera parte expone la obligación de ir a extender la fe, obligación que es de caridad y de justicia, y recae sobre los religiosos por cinco títulos: « Todos nosotros, Padres míos muy amados, como católicos, como sa– cerdotes, como frailes menores, como capuchinos y como españoles, somos obligados por las leyes de la caridad a procurar el bien o la reducción de aquellas perdidas almas; y por las de la justicia, a obedecer a nuestros superiores, si en ello gustaren de emplearnos ». 1°) Obligación de caridad. Se basa en la extrema necesidad espi- ritual en que se hallan los indios, desprovistos de los medios de sal– vación si no hay quien les enseñe la fe. « El subvenir los sacerdotes y predicadores, hablando en común, a esta extremada necesidad..., no podemos sin manifiesto error mirarlo con indiferencia, ni juzgarnos absolutamente desobligados de ello sin MMP II - 29

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz